Reflexiones sobre el principio de “una sola China”: su impacto en la política internacional y el derecho internacional público

Resumen

El artículo busca presentar una serie de reflexiones teóricas y prácticas relativas al principio de “una sola China” en el ámbito de la política internacional y del derecho internacional. Desde 1949, momento en el que se crea la República Popular China, hasta el presente, el principio ha tomado fuerza no solo como consecuencia del ascenso de China como gran potencia —proceso que se aceleró en la última década del siglo XX y las primeras décadas del siglo XXI—, sino también por la aceptación y convalidación del principio por parte de la comunidad internacional.

El principio de “una sola China” imposibilita el doble reconocimiento, limita la capacidad de acción en el plano internacional del Estado con menor reconocimiento, pero refuerza la capacidad política y la praxis de poder del país que cuenta con el mayor reconocimiento. Entre 1949 y 1971, Naciones Unidos reconoció —junto con la mayoría de los países de la comunidad internacional— a la República de China (Taiwán), que, además de ser miembro fundador de la organización, también ocupó un asiento permanente en el Consejo de Seguridad. Después de décadas de intentos fallidos y mayormente apoyado solo por países socialistas, la República Popular de China (China) logró que se produjera el cambio de representación en la organización. De la mano de ese proceso, Taiwán comenzó un proceso progresivo e irreversible de pérdida de reconocimiento internacional. ¿Cuáles son las principales implicancias del principio de “una sola China” en el plano de la política internacional y del derecho internacional?