Austral Comunicación

ISSN (e) 2313-9137 ISSN (I) 2313-9129

Volumen 8, número 2 - Diciembre de 2019

Francisco Albarello

Lectura transmedia. Leer, escribir, conversar en el ecosistema de pantallas

Buenos Aires: Ampersand, Buenos Aires, 2019. 222 pp. ISBN 978-987-4161-24-5

La investigación y el análisis de la lectura tiene varias décadas de desarrollo, recogidas en varias tradiciones que han ido amalgamando elementos antiguos como novedosos.

Un ejemplo se plantea desde la historia del libro y las ediciones literarias, como es el caso de los trabajos del catedrático francés Roger Chartier.

Las neurociencias también tienen algo que aportar respecto de cómo es que el cerebro humano lee, procesa la información, decodifica, aspectos de la perspectiva de Maryanne Wolf o Stanislas Dehaene.

La irrupción de las tecnologías digitales (en forma de dos, tres, cuatro y hasta cinco pantallas) han provocado el surgimiento de una mirada renovada sobre la lectura y la navegación con dispositivos móviles, computadoras y otras interfaces que no existían hasta hace relativamente poco tiempo (si se toma como parámetro el momento en el que los primeros hombres empezaron a leer).

El trabajo de Francisco Albarello renueva estas preguntas a la luz de las nuevas mediatizaciones, el ecosistema de dispositivos y las plataformas que requieren de otras miradas: el prólogo del investigador argentino Carlos Scolari preanuncia lo que el libro, a través de aportes teóricos e investigaciones, tratará de demostrar en sus nueve capítulos: que la lectura ya no debería ser considerada como antes.

El primer capítulo enmarca conceptualmente la cuestión de la lectura transmedia a partir del desarrollo de la ecología de los medios, línea teórica fundada por el comunicólogo canadiense Marshall McLuhan, lo que le permitirá a Albarello avanzar sobre conceptos fundamentales tales como convergencia, transmedia y, sobre todo, poner en discusión la noción decontenido, al que, según el autor, la tradición académica vio desde la perspectiva del broadcasting: es decir, como un paquete cerrado y sin posibilidades de modificación. Como se comprenderá, esta noción ya no sirve para explicar la circulación hipermediática en el contexto de las nuevas pantallas.

Desde esta perspectiva ecológica, Francisco Albarello analiza la historia de la lectura, adquiriendo “el punto de vista del retrovisor”, en los términos de McLuhan. Esta mirada se complementa con la del “paleontólogo de la lectura”, que revisa las prácticas de lectura del pasado para poder analizar los nuevos modos de leer de la actualidad, sumando los conceptos de lectura intersticial y lectura ubicua como modo de comprender una práctica social que se renueva (gracias al ecosistema de pantallas) pero que ancla sus raíces en un pasado lector no tan lejano.

La multiplicidad de dispositivos permite también hacer una introducción al mundo de la tactilidad, sumamente necesario para comprender de manera cabal los fenómenos de interacción que se producen entre usuarios e interfaces.

El tercer capítulo está dedicado al análisis de las características del consumo audiovisual en un ecosistema transmedia, en donde se modifican los modos de medir la audiencia, aparece el consumo multiplataforma, caracterizado por usuarios multitasking que son capaces de estar en contacto con dos o más medios al mismo tiempo, aunque la reina de las pantallas es el teléfono móvil. En este apartado también se mencionan algunas cuestiones vinculadas con el contenido generado por el usuario y las denominadas “plataformas de contención”.

El reciente trabajo de Albarello no puede dejar de mencionar la evolución de las interfaces de lectura. Esta noción (definida por Scolari como un “concepto paraguas”) resulta un herramental teórico fundamental a la hora de poder describir las nuevas prácticas sociales vinculadas con la lectura.

Para ello el autor recoge y hace una síntesis de las distintas metáforas que describen la interfaz (siguiendo lo que Scolari propuso en 2004) y agrega la perspectiva del software como interfaz, de acuerdo con las ideas vertidas por el investigador ruso nacionalizado estadounidense Lev Manovich (2003). Así, desde la perspectiva ecológica planteada para el libro, Albarello desarrolla el concepto de metamedium, es decir un medio que reúne (o presupone) la existencia de otros.

La llegada de los dispositivos móviles, sin duda, provoca una hibridación de las interfaces y la fusión entre contenidos y aplicaciones: en esta instancia, el texto propone revisar de manera didáctica y clara algunas de las clasificaciones actuales vigentes respecto de los contenidos en el contexto híbrido planteado antes.

Esta perspectiva más general le permite al autor hacer un análisis denodado sobre la coevolución de las interfaces digitales móviles para leer. Pero lo más importante es el aporte de Albarello respecto de lo que él llama “refundación del pacto de lectura”, teniendo en cuenta los contenidos, los procesos de negociación de sentido que se establecen en las interfaces y, sobre todo, la creciente importancia de los usuarios en los establecimientos de estos nuevos modos de interacción.

El autor del libro reconoce, en las interfaces digitales, la posibilidad de desarrollar una lectura conectiva, colectiva y relacionante, en función de lo que sucede en redes sociales (y otras plataformas de socialidad).

En el quinto capítulo, Francisco Albarello desarrolla y reactualiza el concepto de hipertexto, ya trabajado en su tesis doctoral de 2009 y en el libro (producto de esa tesis), que se publicó en 2011. En este apartado plantea la discusión respecto de la linealidad o no linealidad del hipertexto y su evolución, algunos de los proyectos vinculados a estos sistemas (a la novela interactiva, a la educación, a la información turística, entre otros) y, lógicamente la explosión del hipertexto global y la revolución de la WWW.

El valor de este capítulo no solo estriba en la abundante y prolífica recuperación de datos y nociones vinculadas al hipertexto, sino en la actualización del concepto a la web 2.0 y a la “burbuja” (término que popularizó el experto Eli Pariser en 2011). Esto resulta trascendental dado que la noción de hipertexto ha sido propuesta por la semiótica hace varias décadas.

La vinculación entre el mundo “neuro” y la lectura también está presente en el libro de Albarello porque, tal como se anticipó al comienzo, se trata de una de las perspectivas desde la que el autor concibe la práctica. El capítulo en cuestión (el sexto) da cuenta de los avances de la neurociencia en relación con la lectura, los efectos de las tecnologías sobre los usuarios y también los efectos de la escritura.

En ese sentido, términos clave como neuroplasticidad e inteligencia simultánea son tratados de manera profunda y didáctica, poniendo de relieve los últimos estudios sobre la cuestión. Otro tema que aparece con intensidad tiene que ver con la cuestión del acceso al conocimiento a partir de las tecnologías (y su discusión sobre su supuesta superficialidad) vinculado además a la pregunta sobre si llegará el fin de la lectura concentrada (es decir, tal como plantea Scolari en la introducción, saber si “leer ya no es lo que era).

Al respecto, el autor plantea la metáfora de la mentalidad del malabarista para describir el modo como el lector regresa a prácticas antiguas (un tipo de ejemplo que da cuenta de la mirada ecológica sobre el fenómeno y el aporte indudable de la historia de la lectura), cuando leía desconcentrado, y porque el estado natural del cerebro es, precisamente, la distracción.

A partir de aquí Albarello recupera la noción de lectura conectiva, vinculada a las capacidades cognitivas que tenemos para la multitarea y vinculada a la práctica asidua en pantallas, dispositivos e interfaces. Este análisis deja en claro que la linealidad del texto impreso limita en el pensamiento relacional, que sería la manera más cercana al modo como funciona el cerebro humano.

Las nuevas mediatizaciones, como ya se ha dicho antes, provocan hibridaciones de todo tipo. Uno de los ejemplos tiene que ver con la remezcla entre la lectura y escritura, específicamente en el caso del chat.

La hipótesis que sostiene Francisco Albarello es que las prácticas letradas en la actualidad están en constante mezcla con la oralidad, lo cual, eliminaría (o difuminaría) la frontera entre las prácticas de lectura y escritura. Nuevamente, la perspectiva del retrovisor se hace presente en tanto y en cuanto el autor recuerda el modo en el que en la antigüedad clásica la lectura y la escritura estuvieron vinculadas a partir de la práctica de la lectura en voz alta. En ese momento, tal como ahora, no había una separación concreta entre leer y hablar.

El penúltimo capítulo del texto presenta el pasaje de la lectura digital a la lectura transmedia: aquí el autor vuelve a proponer su hipótesis de que las nuevas mediatizaciones están permitiendo nuevas maneras de leer.

Para ello, Albarello recurre a dos conceptos del lingüista holandés Teun van Dijk vinculados a la estrategia y a las metas de lectura. Surge la comparación entre las reglas de un determinado soporte (como por ejemplo un libro impreso) y las diferentes estrategias que el lector debe escoger para llevar adelante la práctica, teniendo en cuenta sus objetivos, sus metas y sus finalidades y concluye que la lectura transmedia se refiere a un tipo de lectura “inclusiva, multimodal, diversa, de todo tipo de textos y soportes”(p. 168), a la que se le suman la condición de prosumidor del lector y además el nomadismo.

Por último, Albarello introduce una cuestión que preocupa a profesores y educadores: el modo de relacionamiento de los estudiantes con los nuevos dispositivos e interfaces en las prácticas académicas, a pesar de que, como bien señala el autor, la discusión sobre la alfabetización mediática tiene ya más de cuatro décadas de vigencia. En este capítulo se discuten algunos conceptos ampliamente utilizados como el binomio nativo/inmigrante digital que propuso Marc Prensky en 2001 y se hace una clara diferenciación entre el manejo del herramental tecnológico (“el aparato”) y otro tipo de competencias tales como la búsqueda de información o la comunicación eficaz en un entorno digital.

Esta propuesta habilita al debate respecto del rol de las tecnologías dentro del aula y, al respecto, Albarello comparte una serie de resultados preliminares de una investigación en estudiantes universitarios, para enfocar en las diferencias entre el papel y la pantalla en la vida académica, la presencia de las redes de mensajería y la utilización de Google como elemento generador de conversación.

El libro de Albarello resume conceptos fundamentales a la hora de poder entender el fenómeno de la lectura desde las nuevas mediatizaciones. A pesar de que provienen de campos disímiles (neurociencias, teoría de la comunicación, historia de la lectura) pueden proponer un diálogo amplio y fructífero y son explicadas de manera didáctica y asequible, aunque sin perder rigurosidad académica.

El libro, de este modo, se constituye como una unidad en la que estudiantes, profesores e investigadores pueden abrevar para conseguir un estado del arte sobre el tema en cuestión, a través de citas a investigaciones recientes. Sirve además para obtener el desarrollo de conceptos teóricos fundamentales vinculados al consumo transmedia, a las estrategias de lectura y las ciencias cognitivas que permiten volver a pensar un tema que ha renovado completamente sus desafíos a partir de la irrupción de las tecnologías digitales.

Francisco Hernando Arri

farri@usal.edu.ar

 

Universidad del Salvador, Facultad de Ciencias de la Educación y de la Comunicación Social.