Austral Comunicación

ISSN (e) 2313-9137 ISSN (I) 2313-9129
 Volumen VII, número 2 – Diciembre de 2018

El derrotero de los estudios en Comunicación: el caso de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER, 1980-2013

Sebastián Rigotti

seba_r9@hotmail.com

Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de Entre Ríos-Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales, Universidad Autónoma de Entre Ríos

Recibido: 8 de agosto de 2018.

Aceptado: 8 de noviembre de 2018.

Resumen

El artículo presenta los resultados del Proyecto de Investigación Novel “Una arqueología de los estudios en Comunicación. El caso de la Facultad de Ciencias de la Educación. 1980-2013”, en el que se explora el derrotero de los estudios en Comunicación en las carreras de Licenciatura en Ciencias de la Información y de Comunicación Social de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER entre 1980 y 2013.

El proyecto consistió en el análisis de un corpus de documentos, compuesto por los Planes de Estudio (1980, 1985 y 1998); los programas de cátedra; las tesis de Licenciatura en Ciencias de la Información (1980) y Comunicación Social (1985 y 1998); los proyectos de investigación; los proyectos de extensión, y los artículos en las revistas académicas de la institución. La investigación estableció las continuidades y discontinuidades entre los documentos del corpus en torno a distintos ejes de análisis.

En primer lugar, presentaremos un estado del arte de las investigaciones acerca de la investigación en Comunicación, área en la que se inscribe el proyecto. A continuación, se explicita en detalle el diseño metodológico del proyecto, así como las técnicas de producción de datos, las decisiones teórico-metodológicas y su justificación. Finalmente, se exponen los derroteros y las principales conclusiones de esta indagación exploratoria.

Palabras clave: investigación, comunicación, arqueología, documentos.

The development of communication studies: the case of the UNER School of Education Sciences, 1980-2013

Abstract

This article presents the results of a novice research project, “An archaeology of communication studies. The case of the School of Education Sciences, 1980-2013”, which explores the development of communication studies in undergraduate programs in Social Communication and Information Sciences at the UNER (National University of Entre Ríos) School of Education Sciences between 1980 and 2013.

This project consisted in the analysis of a corpus of documents, which comprised study plans (1980, 1985, and 1998); course programs; bachelor’s theses by majors in Social Communication (1985 and 1998) and Information Sciences (1980); investigations; extension projects; and articles in the institution’s academic journals. Our research establishes the continuities and discontinuities between all these documents, based on our axes of analysis.

First, we will present an overview of existing research on communications-related investigations, of which this project is an example. Then, we will detail the methodological design of our project, how we produced our data, what theoretical and methodological decisions we made, and how we justified these decisions. Finally, we will lay out the development and the main conclusions of our exploratory inquiry.

Keywords: investigation, communication, archaeology, documents.

O curso dos estudos em comunicação: o caso da Faculdade de Ciências da Educação da UNER, 1980-2013

Resumo

Neste artigo apresentamos os resultados do Projeto de Pesquisa Novel “Uma arqueologia de estudos em Comunicação. O caso da Faculdade de Ciências da Educação. 1980-2013”, na qual exploramos o curso percorrido pelos estudos em Comunicação na Licenciatura em Ciências da Informação e Comunicação Social da Faculdade de Ciências da Educação da UNER entre 1980 e 2013.

O projeto consistiu na análise de um corpus de documentos, constituído pelos Planos de Estudo (1980, 1985 e 1998); os programas do curso; as teses de Licenciatura em Ciências da Informação (1980) e Comunicação Social (1985 e 1998); projetos de pesquisa; projetos de extensão; e os artigos nos periódicos acadêmicos da instituição. A pesquisa estabeleceu as continuidades e descontinuidades entre os documentos do corpus em torno de diferentes eixos de análise.

Em primeiro lugar, apresentaremos um estado da arte da pesquisa sobre a pesquisa em Comunicação, área na qual nosso projeto está registrado. Em seguida, explicaremos detalhadamente o desenho metodológico do projeto, bem como as técnicas de produção de dados, as decisões teórico-metodológicas e suas justificativas. Finalmente, vamos expor os cursos percorridos e as principais conclusões a que chegamos com nossa investigação exploratória.

Palavras chave: investigaçāo, comunicaçāo, arqueologia, documentos, pesquisa.

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Introducción1

En toda comunidad científica y académica se plantea una determinada panoplia de objetos de investigación, que se sostiene en ciertos puntos de partida ontológicos, epistemológicos y teóricos, así como también habilita a específicos diseños metodológicos y a técnicas de producción de datos. Ahora bien, toda comunidad científica se construye en relación, por un lado, con los discursos científicos a partir de y acerca de los cuales realiza su trabajo reflexivo, y a los cuales contribuye a modificar/reproducir, y, por el otro lado, con las instituciones científicas y educativas en las cuales aquella desempeña sus tareas de investigación y formación.

De lo dicho anteriormente se desprende que cualquier comunidad científica trabaja a partir de ciertos marcos (a/in/multi/inter/pos/trans)disciplinarios e institucionales, los cuales permiten y habilitan determinados caminos e imposibilitan otros. Como dicen Bourdieu; Passeron y Chaomboredon (2008), hay problemas que los científicos omiten plantear porque no se los considera dignos de ser tenidos en cuenta, y hay problemas que se exigen plantear porque ocupan un lugar destacado en la jerarquía consagrada de los temas a investigar. En nuestro caso, hemos corroborado que en la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER no se ha vuelto la vista sobre el hombro para indagar el derrotero de los estudios en Comunicación en las dos carreras de aquella –las Licenciaturas en Ciencias de la Información y en Comunicación Social– entre 1980 y 2013. También puede constatarse la escasa preocupación manifiesta en las carreras de Comunicación de nuestro país respecto la reconstrucción de los estudios en Comunicación, así como de los casos particulares de cada carrera. De esta manera, nuestra indagación realiza una ruptura con la tradición, la cual exige, como dijimos anteriormente, que se planteen determinados problemas.

Esta operación implica, de alguna forma, una impugnación de las apariencias, en tanto técnica de objetivación mencionada por los sociólogos franceses (cf. Bourdieu et al. 2008, pp. 31-33). Esta impugnación es la que permite indagar en los procesos que dieron lugar a la emergencia de nuestro campo de estudios, en tanto modos de construcción de conocimiento que se han sedimentado y, tal vez, naturalizado.

Asimismo, y atentos a las técnicas de objetivación que, tal y como apuntan los sociólogos franceses, son necesarias para la construcción del objeto de estudio, llevamos adelante una crítica lógica y lexicológica no solamente del lenguaje común, sino también de la arqueología, en tanto eje vertebrador de nuestro diseño metodológico.

Nos abocamos, en primera instancia, a identificar las intervenciones enunciativas escritas de carácter académico, que tuvieron lugar durante el período mencionado. Aquellas intervenciones escritas fueron tratadas como documentos, en tanto objetos de discurso, que han contribuido a construir y a sedimentar el trayecto que los estudios en Comunicación han tenido en la institución. En este punto, es necesario traer a colación una distinción importante: no confundir los procesos de una institución con los procesos del “campo” (Caletti, 1991).

En una segunda instancia, la exploración realizada permitió reconstruir cómo, en aquella Facultad y durante poco más de tres décadas, se significó teóricamente la comunicación y cuál es el perfil del comunicador en tanto sujeto de conocimiento; cuáles han sido los objetos de investigación y de intervención (extensión) legitimados; cuáles fueron los vínculos de la comunicación con otras disciplinas; y cuáles, las continuidades y discontinuidades que se han configurado. De esta manera, no reconstruimos la historia de los estudios en Comunicación, pero sí visibilizamos las huellas que aquellos han dejado en aquella institución durante su conformación.

Es preciso mencionar que los resultados de esta investigación se inscriben en la línea de trabajo que Raúl Fuentes Navarro (2008 y 2011) ha denominado como “la investigación de la investigación en Comunicación”.

Antecedentes

Desarrollaremos el estado actual del conocimiento del tema en tres ítems, que discurren, por así decirlo, de lo general a lo particular: (a) acerca de los estudios en Comunicación; (b) acerca de la investigación en Comunicación en la Argentina; (c) acerca de la investigación de la investigación en Comunicación. El recorrido propuesto nos permitirá tener una vista panorámica del área de interés en el que se inscribe nuestro trabajo –la investigación de la investigación en Comunicación–; así como también de las investigaciones acerca de la Comunicación.

Acerca de los estudios en Comunicación

Los antecedentes que reflexionan en torno a los estudios en Comunicación tratan de dar cuenta de su conformación, de su estatuto epistemológico, de las perspectivas teóricas que los nutren, etc.

Quizás el estudio más sistemático sea el de Sergio Caletti Elementos de comunicación (2001). La aclaración de la que parte Caletti es que la Comunicación no es una disciplina, ya que no cuenta con “[…] un cuerpo sistemático de proposiciones que cuente con el debido consenso de los especialistas en el tema” (2001, p. 9). Por ello, trata de articular tres miradas para dar cuenta de los estudios en Comunicación: una que se orienta a los principales marcos conceptuales; otra que enfatiza los aspectos históricos relevantes, y, finalmente, una que da cuenta de los problemas sobre los que vuelven su mirada los estudios en Comunicación. Desde este punto de vista, la Comunicación es

[…] el resultado de preocupaciones convergentes, nacidas desde un conjunto heterogéneo de tradiciones de las ciencias sociales y las humanidades, y el campo de estudios que hoy abordamos como tal constituye, en rigor, una reconstrucción retroactiva de los aportes que esas tradiciones disímiles han realizado. Por ello es que, con frecuencia, se afirma que los estudios de comunicación, antes que disciplinarios, son transdisciplinarios (2001, p. 10).

A partir de ello, Caletti afirma que “[…] la perspectiva que parecen poner en juego los estudios en comunicación resulta con frecuencia una que es propia de un tipo de corte de los problemas, de una dimensión de ellos, antes que de “una clase de objetos” (2001, p. 10). Esa instancia específica es la interacción en común en la vida social; instancia en la que Caletti distingue dos componentes: por un lado, esos intercambios transmiten información, y, por otro lado, pero al mismo tiempo, “[…] suman un grano de arena a complejos procesos sociohistóricos de producción de significaciones” (2001, p. 11, subrayado nuestro).

A partir de ello, el autor sostiene que los estudios en Comunicación, al prestar atención a los procesos de información y significación que se producen y circulan en cualquier fenómeno, dispersan sus aportes y problemas hacia cuestiones de la vida social en las que sociólogos, antropólogos, politólogos y psicólogos también trabajan. Según Caletti,

[…] los problemas de la comunicación tienen que ver con la manera en que las significaciones cambian de acuerdo a la combinación de códigos que se ponga en juego en distintos contextos histórico-sociales y en cada situación particular. Pero aquí se plantea un problema de corte epistemológico, es decir, propio de una teoría general del conocimiento científico (2001, p. 21).

Es a partir de la década del 70 cuando se pone en tela de juicio la matriz positivista de algunas de las tradiciones disciplinares que dialogan con la Comunicación, y afloran los diferentes giros (lingüístico, cultural, hermenéutico) en las ciencias sociales y humanas, que centran sus preocupaciones en las significaciones.

Según Caletti, los ejes problemáticos de los estudios (transdisciplinarios) de Comunicación son tres: “[…] a) Los medios y tecnologías de comunicación. b) La problemática de los lenguajes y, por último, c) Las cuestiones atinentes al contacto, la interacción, la constitución recíproca de los actores” (2001, p. 23). Al mismo tiempo, Caletti identifica cinco operaciones fundacionales del campo de estudios: la Escuela de Frankfurt; la Mass Communication Research (MCR); el giro introducido por Ferdinand de Saussure; los formalistas rusos y el grupo de Mijaíl Bajtin; el pragmatismo de Charles Sanders Peirce, y el interaccionismo simbólico de George Herbert Mead.

Caletti vincula la Escuela de Frankfurt y la MCR con el análisis de los medios y tecnologías de comunicación; a Saussure, los formalistas, al grupo de Bajtin y Peirce, con los problemas del lenguaje; mientras que a Mead, con la interacción. Asimismo, retoma a Armand Mattelart al momento en que este estipula las tres condiciones que ayudan a fraguar el horizonte de sentido de la comunicación ‒y de los problemas que son objeto de estudio de la Comunicación‒ durante el siglo XIX y parte del XX: el nacimiento de la sociedad de masas; el desarrollo de las ciencias sociales y humanas, que se desprenden de la filosofía decimonónica, y la irrupción de los desarrollos técnicos a gran escala.

Si para Caletti se trata de una zona de estudios no disciplinaria, para Maria Immacolata Vasallo de Lopes (2007) y para Susana Frutos (2013) se trata de una interdisciplina; mientras que Sandra Valdettaro la piensa como una multidisciplina (2005). Por su parte, Gustavo Cimadevilla (1998) y Roberto Follari (2000) piensan la Comunicación como una “disciplina síntesis” y como una “disciplina en busca de su objeto”, respectivamente.

Acerca de la investigación de la investigación en Comunicación

Esta investigación se inscribe en una meta-investigación de la Comunicación, ya que nos interesa reconstruir el derrotero de los estudios en Comunicación en las carreras de una institución a partir del conocimiento producido en distintas instancias académicas. Por ello, recurrimos a los textos del investigador mexicano Raúl Fuentes Navarro.

En el texto “Condiciones institucionales para la práctica de la investigación académica de la comunicación: la persistencia de la triple marginalidad en México” (2008), la apuesta de Fuentes Navarro es por una meta-investigación, o investigación de la investigación, en Comunicación:

La meta-investigación […] de la comunicación se ha convertido en los últimos años en una especialidad indispensable para el reconocimiento de los procesos de institucionalización, profesionalización y legitimación de esta área académica, y para el aporte de `mapas´ heurísticos que faciliten a los agentes responsables de su conducción y desarrollo la interpretación crítica de los factores que la determinan (2008, p. 15).

Por un lado, Fuentes Navarro menciona un modelo de análisis para reconstruir los procesos de estructuración del campo académico, a partir del trabajo con la documentación disponible, que consiste en tres escalas articuladas: la individual (que atiende a los procesos de conformación del habitus y la profesionalización); la institucional (que se enfoca en los procesos de institucionalización y organización del conocimiento, así como de la especialización de la producción científica), y la sociocultural (que estudia los procesos en los que el campo de estudios se relaciona y legitima con su entorno y los demás campos científicos).

Por otro lado, Fuentes Navarro retoma a Louis Menand y la distinción entre interdisciplina y postdisciplina: mientras que la primera supone un fortalecimiento de las disciplinas, la segunda se caracteriza por su creciente eclecticismo, por la construcción de nuevos objetos de investigación (estudios de género, de identidades, culturales, etc.), y por la pérdida de “rigor académico”, riesgo que “[…] es claramente perceptible en el campo de la comunicación, donde en muchas ocasiones se ha confundido el compromiso o la pertinencia social con la consistencia y el rigor académicos” (2008, p. 43).

En otro de sus trabajos, titulado “Tendencias de la investigación de la comunicación en América Latina: Reflexiones sobre una internacionalización desintegrada” (2011), el investigador mexicano afirma que la investigación en Comunicación en Latinoamérica presenta un estado de desintegración concomitante a un proceso de internacionalización, conclusión a la que llega luego del análisis de la institucionalización de las prácticas científicas y académicas. Asimismo, retoma a Luis Ramiro Beltrán para hacer hincapié en la tensión entre el rigor científico y el pensamiento dogmático. A partir de ello, Fuentes Navarro afirma:

[…] un proceso de fragmentación o de divergencia múltiple ha sustituido, tanto en el plano epistemológico o metodológico como en el plano de la acción transformadora de los sistemas y las prácticas sociales de comunicación, a las polarizaciones típicas de otras épocas, lamentablemente sin reducir los riesgos del dogmatismo (2011, p. 8).

Esta situación podría modificarse, según Fuentes Navarro, si se lleva adelante un proceso de diagnóstico y proyección a nivel nacional, aún escaso o inexistente, que luego deberá continuar con una rearticulación a escala internacional.

Acerca de la historia de la investigación en Comunicación, es pertinente mencionar el texto del investigador peruano Javier Protzel “Trayectoria de la investigación en la década de los noventa. Encuentros y tensiones entre campo intelectual y campo profesional” (1999). Según Protzel,

[…] la historia de la investigación de la comunicación ha sido un encadenamiento polifónico de discursos que, además de construir y explicar sus objetos, también e inevitablemente ha ido ubicando a sus enunciadores los unos con respecto a los otros, en juegos de invento y préstamo, de alianza y lucha, de verdad y error (p. 30).

El autor identifica dos posturas que marcan la Comunicación: una tradición de “estudio”, ligada a la reflexión e investigación, y otra tradición disciplinaria y positivista, enfocada en la resolución de problemas, predicción y diagnóstico.

En continuidad con lo que afirma Fuentes Navarro respecto de la investigación en Comunicación en México, Protzel afirma que la tendencia a la fragmentación también se da en América Latina. Sin embargo, sitúa esa fragmentación más en el campo profesional, mientras que “[…] el campo académico conserva una relativa unidad en comparación con la pluralidad real del campo profesional” (1999, p. 35).

En el caso de la Argentina, el texto que más se ajusta a la perspectiva es “Con nuestra timidez, temblando suavemente en el balcón. Sobre los estilos de investigación comunicacional y la experiencia local” (1998), de Eduardo Carniglia. La finalidad de su artículo es metainvestigativa. El autor presenta “[…] un panorama de una parte de la experiencia de investigación en comunicación realizada en la ciudad de Río Cuarto […] tratando de relacionarla con la rica tradición de estudios de la comunicación en América Latina” (p. 73). Se vale de la categoría “estilo de investigación” de Ch. Wright Mills, ya que permite “[…] clasificar a los procesos, instrumentos y productos de la investigación, y en particular a los problemas, enfoques teóricos y estrategias metodológicas que los sustentan, en distintas categorías” (p. 74). A partir de allí, Carniglia compara los estilos de investigación en América Latina con los de Río Cuarto:

Una conjetura de partida para este ejercicio sistematizador sostiene que en los estudios e investigaciones recientes de ese acotado espacio, es decir, los últimos diez años en la ciudad de Río Cuarto, sobreviven diversos estilos de investigación que alcanzaron desarrollo relativo en la evolución de la experiencia investigativa […] [de América Latina, en distintos períodos del siglo] (p. 75).

Carniglia identifica seis estilos de investigación: en primer lugar, el historicismo factual, que tuvo lugar durante la primera mitad del siglo XX y contribuyó al registro de la memoria cultural. Esta perspectiva se interesa por los aspectos de la comunicación como fuente para interpretar fenómenos coyunturales de las sociedades latinoamericanas; realiza estudios históricos o jurídicos mediante la compilación bibliográfica, y emplea el análisis documental sin una “sistemática teórica”, lo que no inhabilita su pretensión epistemológica.

En segundo lugar, el cuantitativismo comercial, que transcurre en la década del 50, en un período de transición en la institucionalización de los estudios en comunicación. Los investigadores de América Latina adoptan y adaptan “las estrategias de análisis de audiencia y consumidores desarrolladas por sociólogos y psicólogos” de EE. UU. desde 1930 aproximadamente. Aparece la “investigación por encargo”, que lleva a obtener datos para orientar decisiones de empresas, estados, partidos, medios, etc. El cuantitativismo comercial se preocupa por el desarrollo científico empírico: “[…] este estilo de investigación constituye esencialmente una metodología científica para contextualizar la acción, el control y la intervención sociales, es decir, generar, sostener, modificar o profundizar comportamientos, actitudes, opiniones, valores, etc.” (p. 77). En tercer lugar, Carniglia menciona el estilo descriptivo de la CIESPAL (Centro Internacional de Estudios Superiores para América Latina), y lo inscribe en la década del 60: “[…] su creación suponía que los medios electrónicos (radios y la nueva TV) constituirían una forma de alfabetización masiva de bajo costo y de educación permanente para los grupos marginados de cada país” (1998, p. 78). Desde esta perspectiva, se llevan adelante distintos análisis de contenido, estudios de la estructura y contenido de la prensa, así como también el análisis de audiencias urbanas y relevamientos comparativos de medios de comunicación.

En cuarto lugar, Carniglia identifica el difusionismo agrícola (de las innovaciones), que se produce desde la década del 60. Este estilo de investigación ‒que se desenvuelve en un plano analítico, no explicativo‒ se ocupa de “[…] resaltar el papel de la comunicación en el desarrollo, la modernización y el cambio social” (p. 79), y de estudiar la “[…] difusión en el espacio y el tiempo de ideas y/o innovaciones (prácticas, productos, procesos), dinámica en la cual se le asigna a la comunicación un rol clave, por ejemplo a través de las redes y de los flujos de información” (p. 79). Se realizan estudios de la difusión y adopción de innovaciones en contextos tradicionales y análisis institucionales del contexto de estructura agraria.

En quinto lugar, se ubica la perspectiva crítica, que emerge a partir de 1965. Este estilo de investigación piensa “la significación social” de la investigación a partir de la Escuela de Frankfurt, Althusser, Bajtín, Gramsci, el marxismo el cristiano, Pasquali, Verón, Mattelart, Schmucler, etc. Se investigan la manipulación ideológica de los estudios de comunicación, la comunicación alternativa y participativa, las políticas de comunicación, la introducción de nuevas tecnologías y la cultura popular. Finalmente, Carniglia menciona los estudios culturales, que aparecen en Comunicación a partir de 1985. Se dedican al estudio de la cultura como la dimensión simbólica de la vida social en tanto “[…] producción, circulación y consumo de significaciones” (p. 83); haz de preocupaciones que se inscribe en un giro que atraviesa a las ciencias sociales en su conjunto. El interés se situará en las prácticas, consumos e identidades culturales; géneros, discursos y narrativas mediáticas; industrias culturales y transformaciones de la vida cotidiana, recepción de las audiencias de los medios, mediatización de la sociedad y la política.

A partir de esta reconstrucción, Carniglia llega a tres conclusiones; la primera:

[…] tras la exuberante multiplicidad de la investigación comunicacional en América Latina, y aún en la experiencia de la ciudad de Río cuarto, subyace la dispersión y la amalgama. Una pluralidad de estilos de investigación construyen objetos que a veces se complementan, en otras ocasiones se oponen y en algunas oportunidades transitan por caminos paralelos (p. 84).

Su segunda conclusión: no se superó la dependencia, pero las apropiaciones y readaptaciones ganan fuerza y la invención toma cuerpo en términos de una relativa autonomía e interdependencia en el proceso de maduración. Se debe articular más consecuentemente compromiso social con oficio y profesión. Finalmente, Carniglia sostiene en su tercera conclusión que debe encararse una doble labor: por un lado, dotar de mayor complejidad al diagnóstico de la experiencia local, y, por otro lado, reconocer que todo estilo de investigación aporta a la comunicación como experiencia humana.

Acerca de la investigación en Comunicación en la Argentina

Algunos textos dan cuenta de la investigación en Comunicación en la Argentina, pero no para llevar adelante una meta-investigación, sino para realizar diagnósticos, evaluar su estado y analizar las condiciones institucionales.

Los primeros trabajos que se enfocaron en reconstruir de manera sistemática la investigación en Comunicación en la Argentina son los dos textos de Jorge B. Rivera: La investigación en comunicación social en Argentina (1987) y Comunicación, Medios y Cultura: Líneas de Investigación en Argentina: 1986-1996 (1997).

En el primero, Rivera aclara que su intento por llevar adelante la indagación sobre comunicación se topa con la “naturaleza omnicomprensiva y difusa del concepto” y su relación con la cultura, lo que implica considerar un abanico complejo de vertientes teóricas, de fenómenos variopintos y de articulaciones varias. Rivera sostiene:

[…] esta muestra permitirá formarse un panorama aproximativo de lo realizado entre nosotros en materia de investigación, análisis y crítica de los temas de comunicación, industria cultural, medios masivos y cultura popular entre los años 1960 y 1980 […]. Se trata, por cierto, de una primera tentativa de sistematización bibliográfica, precedida por una tentativa, a su vez preliminar, de contextualización referencial, en la que se sintetizan […] las líneas ideológicas, las polémicas, los marcos académicos e institucionales, los linajes intelectuales, las influencias internas y externas, las dificultades y fenómenos político-culturales en medio de los cuales fueron escritos la totalidad de los trabajos recogidos en el anexo bibliográfico (1987, p. 89).

De esta manera, el libro presenta un mosaico teórico y bibliográfico de las distintas maneras como se ha reflexionado e investigado en torno a la relación entre comunicación y cultura. El autor consideró tanto los trabajos no-académicos como los científicos, ya que excluirlos hubiese implicado:

[…] 1) practicar un recorte demasiado estrecho respecto de un campo complejo y todavía en discusión (…); 2) excluir trabajos indispensables por su carácter pionero, por su valor referencial desde el punto de vista de la detección de un fenómeno o por su interés teórico (o fáctico) para la historia de los medios o de la misma investigación ad hoc (pp. 90-91).

El resultado de la investigación de Rivera es un valioso recorrido histórico por dichos trabajos, además de considerar las trayectorias políticas e ideológicas de sus autores, pero que, desde nuestro punto de vista, se topa con las limitaciones del caso, a saber: la reciente preocupación por una investigación histórica de fenómenos y teorías en permanente estado de ebullición y cruce, por un lado, y, por el otro, con las todavía primigenias Carreras de Comunicación Social (o Ciencias de la Comunicación o Ciencias de la Información), en tanto espacios de posible reflexión y de intentos de orden sistemático de las cuestiones que le preocupaban.

Una década más tarde, Rivera publicó Comunicación, medios y cultura: Líneas de investigación en Argentina: 1986-1996, cuya finalidad es ser un trabajo “prospectivo”. Para ello, Rivera lleva adelante una

[…] investigación de carácter documental que se propone como objetivo el relevamiento descriptivo del estado y las características de la investigación y la producción teórica, analítica y crítica realizada en los últimos diez años en la Argentina en materia de comunicación, medios y cultura (tal como se suele integrar conceptualmente a esta última en relación con los fenómenos y la producción comunicológica) (1997, p. 15).

Rivera se propone “organizar y presentar” un panorama de la investigación en comunicación, medios y cultura del período que comprende la década 1986-1996. Ahora bien, una modificación respecto de su texto de 1986 es que se enfoca en las producciones académicas institucionales e independientes, tanto del ámbito estatal como del privado. Rivera constata que la acumulación de saberes sistematizados en el campo se debe no solamente a los esfuerzos individuales, sino también a la docencia, las propias demandas editoriales, a las investigaciones y sus posibilidades de becas y a la creación de centros e institutos de estudio.

Así, pues, el corpus con el que lleva adelante su investigación consta de:

[…] unos 140 asientos bibliográficos, correspondientes a trabajos producidos de forma individual o como emprendimientos cumplidos en ámbitos públicos y privados de carácter académico, institucional o independientes, más la revisión de material publicado durante el mismo período en revistas especializadas y no especializadas, papers, comunicaciones a congresos o jornadas, informes de avance investigativo, documentos de cátedra, mimeos de circulación restringida, etc. (p. 15).

Esta decisión metodológica intenta presentar un relevamiento de cuestiones epistemológicas, teóricas y de técnicas de investigación, desmarcándose de su anterior libro, centrado en una exposición ligada a las raíces históricas de la conformación del área problemática. Rivera sostiene que la diversidad de los objetos de estudio de la Comunicación –los medios, las nuevas tecnologías, la cultura urbana, los movimientos sociales, las políticas de comunicación, etc.– no es exclusiva del campo, ya que otras ciencias sociales y humanas transitan situaciones análogas. Para Rivera esta “[…] complejidad y heterogeneidad [del campo] […] se constituye en estímulo o desafío para la consolidación y la eventual formulación de una teoría general, capaz de reducir esas tensiones a un grado aceptable de integración y resolución de las diferencias” (p. 62).

Asimismo, Rivera señala que la reflexión y la investigación en torno a la tecnología sobre los dispositivos del medio no están desarrolladas, y lo mismo ocurre en las relaciones entre variables económicas y culturales. Asimismo, el autor sostiene que se debe hacer hincapié en investigar la imagen, ya sea la relación arte y comunicación, como la relación entre comunicación y materiales visuales para la significación (periodismo, “publicidad”). En cuanto a los planes de estudio de las carreras de Comunicación, dice Rivera:

[…] existe un consenso evidente en la reivindicación de ciertos requisitos que deberían acompañar a toda instrumentación con propósitos mejorativos, entre ellos: una formación más sólida en metodologías y técnicas de investigación, el enriquecimiento del grado, y la dotación de herramientas conceptuales básicas para abordar las problemáticas de la realidad contemporánea (p. 137).

Rivera presenta tres conclusiones: no hay indicios de una crisis del campo comunicacional respecto de su productividad (tampoco se advierte que los jóvenes hayan perdido el interés en los medios y la Comunicación); el crecimiento del campo fue “arborescente” y se extendió, en términos de “multidisciplinariedad”, al absorber perspectivas teórico/metodológicas sin revisar los riesgos y las improductividades de las mezclas, y es un campo “todavía incipiente”, pero en el que se pueden identificar tres tendencias: la “academicista”, que se empeña en reivindicar a la Comunicación “[…] como una disciplina con absoluta legitimidad científica y académica” (p. 143); la “no institucionalista”, que reivindica la pertinencia epistemológica del campo, pero que deja fuera de los procesos de institucionalización ciertas áreas de análisis y debate sobre comunicación y cultura, y, finalmente, una tendencia crítica, que coincide “[…] con el diagnóstico evaluativo de las anteriores, pero es absolutamente pesimista respecto de las posibilidades de transformación del campo en un objeto de estudio preciso, en una instancia de reflexión profunda e integral sobre la comunicación” (144).

Años después del texto de Rivera, distintos investigadores publicaron en el primer número de la Revista Argentina de Comunicación (FADECCOS) algunos artículos respecto de los trayectos de la investigación en Comunicación en la Argentina. Desde nuestro punto de vista, son muy valiosos los aportes que realizan María Cristina Mata, Gustavo Cimadevilla y Sergio Caletti, ya que analizan los procesos institucionales, las trayectorias y los problemas que se han amasado en nuestro campo de estudio.

En el texto “La investigación en comunicación en la Argentina: deudas y desafíos” (2006), Mata afirma que la investigación en comunicación en la Argentina se encuentra dispersa y fragmentada. Sostiene que hay dos cuestiones interrelacionadas: por un lado, una ausencia de reflexión en torno a mecanismos y procesos institucionales “[…] que van desde la elección de los objetos de estudio, hasta las modalidades de evaluación y legitimación de temáticas e investigadores, pasando por la inserción de la investigación en la formación de profesionales del campo” (p. 59), y, por otro lado, una “[…] escasa incidencia práctica de esas investigaciones tanto a nivel académico como político y social” (p. 59).

A partir de ello, llega a tres conclusiones: nuestro horizonte académico se encuentra disperso y fragmentado; el conocimiento que se produce se reitera, en tanto no se somete a circulación y debate, lo que termina por fraguar “líneas estables” de producción de conocimiento, y, finalmente, como resultado de lo anterior, el conocimiento producido no accede a la vida social y a su empleo (empírico, pragmático, teórico y pedagógico). En relación con esto, Mata sostiene que estas cuestiones impiden reconstruir “[…] una peculiar configuración comunicacional que, a distintos niveles –económico, social, técnico y mental– y en distintas escalas –local, nacional, regional e internacional– produce siempre un concepto hegemónico de comunicación” (p. 63). Este concepto hegemónico de comunicación establece los marcos en los que se dan los modos como nos comunicamos, que están ligados a nuestros modos de vivir.

Asimismo, Mata sostiene que casi todas las investigaciones involucran, por lo menos, manifestaciones y dimensiones de los medios y las tecnologías. Propone reflexionar sobre el lugar que atribuimos a los medios en los procesos de producción de hegemonía y de la cultura, así como detectar las áreas de vacancia y de redundancia en las investigaciones. El foco debe estar puesto en acumular “[…] evidencia conceptual y empírica que permita unir y separar, fecundar las ideas semejantes y confrontarlas con las ideas distintas […]” (p. 65).

El texto de Gustavo Cimadevilla “La investigación de la comunicación en Argentina: Prácticas y derivas de la seducción por las formas” (2012) presenta un panorama de las condiciones institucionales en las que se desarrolla la investigación en comunicación en la Argentina: las formas de convocatoria, procedimientos, temas de interés; las modalidades de evaluación (formas de legitimación), las de circulación del conocimiento –incluidas las publicaciones específicas o no– (formas de proyección); así como una evaluación sucinta y algunas sugerencias de cómo reconfigurar el sistema de investigación y producción de conocimiento.

Finalmente, en “El estado de las cosas: Un aporte crítico al debate sobre los estudios de comunicación en Argentina” (2006), Caletti reflexiona en torno a cómo se han institucionalizado los estudios en Comunicación en la Argentina. Según el autor,

[…] la consolidación alcanzada no lo ha sido tanto por obra de minuciosos empeños de todos nosotros, los protagonistas de esta historia, sino antes bien por obra del arrollador empuje de circunstancias convergentes –las demandas sociales, la moda, las matrículas multitudinarias– más el paso del tiempo (pp. 78-79).

Caletti identifica tres “constantes” que definen los estudios en Comunicación: la producción de piezas comunicacionales en distintos lenguajes y soportes; el ejercicio de la crítica de los medios de comunicación y de la cultura, y, finalmente, la inscripción de la Comunicación en la senda de compromiso en favor de la democracia, la justicia y el cambio social.

Según Caletti, las tres vertientes de las que emergen estas cuestiones son las profesiones liberales; las humanidades, y las ciencias sociales, que suponen y plantean distintas relaciones para con la realidad, el conocimiento y los problemas. Considera que estas tres vertientes se presentan en las carreras de Comunicación como en ninguna otra, e incluso con mayor fuerza en la Argentina que en resto de Latinoamérica. Además, se pregunta si no es hora de ensanchar las orientaciones que brindan las licenciaturas, comenzando sus orientaciones más temprano en el trayecto curricular.

Caletti sostiene que, debido a que estas vertientes ‒en tanto arquitecturas profundamente arraigadas‒ no se reconciliarán, sino que seguirán yuxtapuestas, las demandas del mercado terminan por organizar los recorridos de las carreras de Comunicación. Asimismo, también ha ocurrido que el vínculo con los estudios culturales a través de la relación comunicación y cultura redunde en una “[…] llamativa despolitización de nuestras preocupaciones” (p. 84), contraria a las condiciones de emergencia de los estudios en Comunicación (aunque abunda la “comunicación política” en los términos de la extrapolación de las herramientas del marketing).

Mabel Grillo, en “La investigación en comunicación en Argentina y las profesiones del comunicador” (2007), visibiliza algunos problemas que presentan las investigaciones en Comunicación en la Argentina. La autora menciona la escasa vinculación que mantienen con las profesiones que pueden llevar adelante los egresados. De esta manera, los profesionales carecen de un conocimiento integrador y pertinente para desempeñar sus prácticas profesionales.

Según Grillo, la comunicación como disciplina que “recorta un campo de la realidad” no termina nunca de consolidarse. A partir de analizar las investigaciones empíricas en Comunicación (proyectos de investigación y tesis de posgrado), Grillo sostiene que la Comunicación se ancla en las ciencias sociales; que es una disciplina que comparte métodos y estrategias de investigación con aquellas; cuyos conceptos están atravesados por esos debates, y que la investigación en Comunicación fragmenta el proceso de comunicación: “Es una tradición del campo de estudios de comunicación diferenciar las teorías de la comunicación según se ocupen primordialmente de la interacción mediática o de la interacción cara a cara” (p. 5).

La comunicación se ocupa de analizar el proceso comunicativo que se desarrolla en la interacción en una situación determinada, análisis que se enfoca en la relación de los componentes entre sí como de la totalidad. A partir de ello, Grillo afirma que el comunicador debe ocuparse de promover interacciones “[…] en las cuales se intercambian y construyen significados más o menos comunes, no sólo acerca de aquello a lo que se refieren sino también a lo que significa la situación misma y el contexto en el cual se da” (2007, p. 3).

Según Grillo, existe una “matriz institucionalizada” reproductora de miradas diversas que se sumaron al campo sin establecer conexiones epistemológicas ni teóricas entre sí: los especialistas en procesos macroeconómicos y políticos ocupados en las condiciones económico-políticas bajo las que actúan los medios, enfocados en la emisión; la Lingüística, la Semiótica y las Letras, con estudios centrados en los contenidos, con foco en el mensaje, y los sociólogos, psicólogos y antropólogos, que se ocupan del público, enfocados en la recepción. A partir de identificar esa matriz, Grillo sostiene que todo sigue orbitando alrededor del paradigma de Lasswell: quién dice qué a quién con qué medios. La comunicación tiene, según Grillo, “objetos fetiches”: mensajes/medios/públicos. Los “objetos fetiches” son aquellos:

[…] objetos particulares dotados de una carga y un poder que subsume al mismo tiempo que habilita una fuerza superior, generalmente sagrada e inaccesible. Los objetos de investigación, fetiches del proceso de la comunicación, son en la actualidad: bastante seguidamente los mensajes, a veces los medios y, últimamente, con alguna frecuencia, los públicos (p. 8).

Siguiendo a Immanuel Wallerstein, Grillo afirma que “toda teoría es un sistema de clausura”, que debe dar cuenta de determinados hechos sociales. Esto implica, según ella, que para una teoría de la Comunicación:

[…] cada proceso comunicativo podrá ser estudiado en su propia especificidad en el marco del juego [a] de las condiciones históricas en las que se produce y [b] de los modos según los cuales la significación, la relación y la interacción lo actualizan y fundamentalmente, en el nivel lógico que la perspectiva epistémico-teórica de cada investigador lo aconseje (p. 10).

Ahora bien, en cuanto la relación entre la investigación y el ejercicio profesional, Grillo identifica dos cuestiones que obstaculizan, en la Argentina, el desarrollo de la investigación para mejorar las prácticas profesionales: por un lado, una visión que analoga los problemas del arte a la comunicación y pone el acento en el receptor, en sus aspectos creativos y expresivos: los profesionales están capacitados para no dejar librados al azar la expresividad de los sistemas de comunicación, lo que para Grillo quiere decir que se instrumentaliza la comunicación. Por otro lado, la “evitación por el recurso a la nobleza”: se trata de un discurso crítico y, a la vez, descalificador de las prácticas profesionales. En otras palabras, Grillo afirma que hay escasas investigaciones que permitan mejorar las actividades de informar, difundir y relacionar. Según la autora, se trata de hacer investigaciones sobre los modos de hacer: ¿qué profesionales formamos? En este punto, Grillo sostiene: “Para aportar al ejercicio profesional de nuestros egresados debemos participar de una concepción de la comunicación como proceso básicamente productor de efectos” (p. 17), de lo contario, se acentuará la fragmentación teórica de la investigación en Comunicación.

En la Argentina el estudio sistemático más reciente es el de Mariano Zarowsky Los estudios en comunicación en la Argentina. Ideas, intelectuales, tradiciones político-culturales (1956-1985) (2017). El trabajo de Zarowsky es el más lindante con nuestra área de interés. En su libro, se propone:

[…] explorar la historia de los estudios en comunicación y cultura en el país como una vía de entrada productiva y original para analizar los procesos sociales de construcción sobre el conocimiento sobre lo social y abordar las relaciones entre intelectuales, cultura y política en el país en el periodo [1956-1985] desde un prisma poco explorado (p. 18, subrayado nuestro).

A partir de ello, se entiende que el estudio pretende inscribirse en un análisis de las ideas y de los intelectuales de la Comunicación, para llevar adelante “[…] una historia intelectual de los saberes y discursos especializados sobre la comunicación y la cultura en la Argentina […]” (p. 18). Para ello, el autor se vale de algunas categorías: en primer lugar, la de intelectuales de la comunicación, para aludir a un conjunto de intelectuales cuyas intervenciones entrelazaban diversas problemáticas teóricas y distintas formas de actuación política; en segundo lugar, la de época, en tanto permite visibilizar los marcos de lo decible y aceptable públicamente en determinado momento; en tercer lugar, la de tradiciones intelectuales, que permite dar cuenta de la heterogeneidad y los entrelazamientos de las diversas formaciones de los intelectuales en cuestión, sobre la base de elementos comunes (marcos disciplinarios, valores y culturas políticas, modos de situar la actividad intelectual), y, finalmente, la categoría de
 itinerario intelectual, en tanto permite “[…] reconstruir estos procesos donde el trabajo del pensamiento se enlaza y despliega en el seno de experiencias históricas” (p. 16).

Estas cuatro categorías analíticas le permiten a Zarowsky inteligir la articulación de tres dimensiones espaciales –los escenarios locales, la transnacionalidad, y los modos de interacción y organización de las anteriores–, para llevar adelante una suerte de “genealogía histórica” de textos de Jaime Rest, y con ello dar cuenta de cómo condensaron lo que serían luego los estudios de comunicación y cultura en la Argentina. A partir de allí, el autor expone luego los derroteros de Oscar Masotta y Eliseo Verón, en tanto entrelazaban “imaginación estética e imaginación teórica” en sus producciones; a continuación, los de Héctor Schmucler, por cuanto su trabajo de editorialista de distintas revistas de gran peso y valor estaba ligado al desarrollo de un pensamiento marxista “[…] abierto a la cultura contemporánea y a un programa de actualización de las ciencias sociales y humanas” (p. 19). Zarowsky continúa su recorrido con un análisis de los textos de Aníbal Ford, en tanto referencia ineludible de una “tradición populista” de los estudios en Comunicación en los comienzos de la década del 80. Sigue con Heriberto Muraro, un sociólogo preocupado por la comunicación de masas, formado en la izquierda y cuya práctica profesional también se derramó en el mercado. Finalmente, estudia los intelectuales exiliados en México: Héctor Schmucler, Armand Mattelart, José María Aricó, Juan Carlos Portantiero, Nicolás Casullo y Caletti, cuya producción intelectual imbricaba un desplazamiento epistémico y una renovación de la cultura política. Según Zarowsky,

Este desplazamiento epistémico junto a la legitimidad intelectual construida en el espacio exilar dejaron huellas en el modo en que se institucionalizaron académicamente los estudios en comunicación en el país en los años ochenta y en los perfiles que tomaron sus orientaciones (p. 21).

Para finalizar este recorrido por los antecedentes, es importante mencionar que no hemos logrado hallar investigaciones de corte análogo a la que presentamos en ninguna otra carrera de Comunicación de la Argentina.

Diseño metodológico

A continuación, se exponen los trazos del diseño metodológico que guió el trabajo. El punto de partida es una revisión crítica de la arqueología foucaultiana, lo que visibiliza su carácter reconstructivo de los discursos a partir del análisis de un corpus compuesto por distintos documentos, en tanto se los considera como intervenciones enunciativas escritas

Arqueología

Coincidimos con las reflexiones de Bourdieu, Passeron y Chamboredon cuando afirman:

Para saber construir un objeto y al mismo tiempo conocer el objeto que se construye, hay que ser consciente de que todo objeto científico se construye deliberada y metódicamente y es preciso saber todo ello para preguntarse sobre las técnicas de construcción de los problemas planteados al objeto (Bourdieu et al., 2008, p. 79).

Esta cuestión implica tener presente, en primer lugar, la distinción de los sociólogos franceses entre metodología y técnicas de producción de datos: la metodología, por un lado, no es un decálogo de preceptos tecnológicos, sino la opción entre las técnicas referentes a la significación epistemológica y teórica de los problemas a las que se aplican; mientras que las técnicas, por otro lado, son teorías en acto, ya que hasta la más neutral conlleva una teoría implícita de lo social. En segundo lugar, también implica que debamos someter a la prueba de la explicitación total de las decisiones teórico-metodológicas que hemos tomado para construir los datos.

Desde el punto de vista del método –que, a diferencia de las técnicas, tiene un carácter de mayor generalidad, lo que permite considerarlo en distintas investigaciones y en distintas disciplinas (Bourdieu, et al., 2008)–, llevamos adelante una arqueología. Si bien el término está asociado a Michel Foucault, es conveniente retomar el concepto y luego revisarlo críticamente. En La arqueología del saber sostiene que la arqueología

Designa el tema general de una descripción que interroga lo ya dicho a nivel de su existencia: de la función enunciativa que se ejerce en él, de la formación discursiva a que pertenece, del sistema general de archivo de que depende. La arqueología describe los discursos como prácticas especificadas en el elemento del archivo (2013, p. 173, subrayado nuestro).

Si recordamos los análisis históricos realizados por Foucault a partir de la arqueología (Historia de la locura en la Época Clásica, El nacimiento de la clínica y Las palabras y las cosas), constataremos que el foco está puesto en una serie de documentos en cada caso diferentes. Pero, sobre todo, lo que Foucault resalta es que la arqueología trabaja los documentos sin ligarlos a las intencionalidades de sus “autores”, es decir, los trabaja como monumentos, en tanto muestran lo que es, sin sentidos ocultos y/o verdaderos.

Ahora bien, esta consideración de Foucault tiene, desde nuestro punto de vista, dos cuestiones a revisar. La primera es qué se entiende por “descripción”. A partir de Bourdieu sabemos que la crítica lógica y lexicológica de los términos teóricos nos ayuda a ser precisos con la construcción de conceptos, ya que las palabras solidifican definiciones de cómo se significa el mundo. El lenguaje “[…] encierra en su vocabulario y sintaxis toda una filosofía petrificada de lo social siempre dispuesta a resurgir en palabras comunes o expresiones complejas construidas con palabras comunes que el sociólogo utiliza inevitablemente” (Bourdieu et al., 2008, p. 41).

Así, pues, la “descripción”, en tanto operación arqueológica sobre los documentos, encierra prenociones que nos anclan en supuestos que no compartimos. Más concretamente: la descripción está anudada a una operación de constatación de lo que está delante de quien lo registra, que es significado como un espejo que debe reflejar aquello que percibe en el libro de la naturaleza. Si jalamos un poco más de la soga, entonces entendemos que la descripción supone que no hay un punto de partida teórico ni hipótesis alguna, ya que solamente se trata de constatar cómo aparecen a la vista los datos (lo dado) del mundo. En consecuencia, también se filtra una falsa filosofía de la objetividad que anula al investigador como tal. Desde nuestro punto de vista, entonces, la arqueología no “describe”, sino que “reconstruye” a partir del análisis de documentos.

La segunda consideración, está ligada a la concepción de los documentos en tanto objetos de discurso. Es pertinente, entonces, explicitar la definición teórica de discurso desde la cual partimos: según Caletti, es

[…] la instancia de relaciones de la vida social en la que las significaciones se establecen, circulan, se modifican, se desplazan. […] [Las cuales] Son el resultado incesante, siempre abierto y contingente de las virtualmente infinitas intervenciones que los seres humanos cumplen en ese campo, al cumplir con sus procesos de comunicación. Ello supone afirmar que [a] la superficie del discurso es siempre una objetivación de subjetividades sociales. Pero también supone decir que [b] la modificación de las significaciones que tiene incesantemente lugar en el campo de los discursos sociales es resultado —igualmente incesante, abierto y contingente— de las luchas que los seres humanos entablan por ellas (2009, p. 113, subrayado nuestro).

El discurso, entonces, es una superficie conformada por enunciados, los cuales han borrado las huellas de las intervenciones enunciativas y se han desindividualizado hasta transformarse en socialmente reconocibles y productivos. El discurso es condición de posibilidad de las intervenciones enunciativas, las cuales, a su vez, reproducen y modifican ese discurso. Las intervenciones enunciativas tienen la posibilidad de producir desplazamientos en el orden del discurso, de establecer marcas, perspectivas, etc., en las significaciones compartidas.

Para reconstruir el curso de los estudios en Comunicación en una institución específica y en un período determinado, recurrimos a algunos documentos que nos remitieron al discurso que las posibilita y en el que aquellos se sedimentan, en tanto constituyen intervenciones enunciativas. Asimismo, estas, como tales actos de enunciación que se han cortado amarras respecto de quienes han llevado adelante esos actos, ofrecen marcas que remiten a su emergencia: los deícticos, pistas que nos permiten inteligir las relaciones en que una subjetividad (individual o colectiva) se posiciona respecto de otras, a partir de poner en discusión, resaltar, ocultar, etc., determinados aspectos.

Los documentos trabajados son de distinta índole, lo que implica, a su vez, que construyan de manera diferente sus posicionamientos. Por ejemplo, un plan de estudio remite a una intervención discursiva colectiva, distinto de un programa de cátedra y de una tesis de licenciatura, amén de las diferencias entre ambas. Incluso más: los programas son diferentes entre sí, no solamente porque la confección supone una operación de reconocimiento o no entre (dis)pares (son numerosos los casos de programas de cátedra que no mencionan a todos los docentes que la integran, sino solamente al que está a cargo), sino también porque es posible pensar en una toma de posición que lo distingue de otros anteriores (cambio de docente a cargo de la materia, o renovación del enfoque y/o de la bibliografía), o que pone en debate los marcos “formales” (el plan de estudio) que debe respetar.

En este punto, se mencionan dos problemas del corpus de documentos que construimos. El primero es que, tal y como deslizamos, en algunos programas no se menciona a todos los docentes de cátedra. Sin embargo, la decisión de construir este corpus nos permite visibilizar el intríngulis que supone la operación de reconocimiento para con un docente que forme parte de la cátedra, es decir, en tanto trabajador docente. El segundo de los problemas tiene que ver con la inexistencia de algunos de los programas de cátedra en los archivos de la Facultad. Sin dudas, esto puede obedecer a más de una causa: desde una “política de Estado” del último gobierno de facto (1976-1983), hasta un olvido por parte de los docentes que debían presentarlos, pasando incluso por la flexibilidad que la institución pudo tener respecto a esta cuestión por priorizar otras.

Sobre los documentos, también consideramos de gran importancia la explicitación de la procedencia de la información con la que construimos los datos. Se trata de distintas áreas de la Facultad –Departamento Biblioteca, Departamento Alumnado, Coordinación de la Carrera de Licenciatura en Comunicación Social, Secretaría de Extensión– que no coincidían, por errores de confección, por ausencia de continuidad en la misma elaboración, o por la inexistencia de los materiales. Al mismo tiempo, tampoco contábamos con la relación de algunos tesistas para con su propio trabajo final, porque no conservaron ejemplares o porque no desean hacerlo público.

Corpus

El corpus de trabajo está constituido por documentos con diferentes características, lo que necesariamente conlleva decisiones metodológicas que no son las mismas en cada caso. A continuación, explicitamos las decisiones metodológicas tomadas para construir y analizar el corpus.

Planes de estudio. Los planes de estudio establecen los marcos formales e institucionales en los que se prefiguran cómo debe entenderse [1] el “campo de estudios” en los que se inscribe una carrera determinada, las relaciones con otros campos y/o disciplinas; [2] los perfiles de los egresados de las carreras; [3] las distinciones de los trayectos posibles en base a los diferentes tipos de materias que integran la currícula; [4] y los contenidos mínimos de cada materia, a partir de los cuales los programas de cátedra deben ser elaborados.

En este punto, es importante tener presente que cualquier documento de los que analizamos, en tanto constituye una intervención discursiva, resulta de la condensación de distintas (sobre)determinaciones (culturales, políticas, económicas, sociales, históricas). Sin embargo, en el caso de los planes de estudio esta cuestión adquiere una relevancia mayúscula, sobre todo en la ruptura que se produjo entre el Plan de la Licenciatura en Ciencias de la Información de 1980 y el Plan de la Licenciatura en Comunicación Social de 1985, distinta de las modificaciones al momento de elaborar el Plan de la Licenciatura en Comunicación Social de 1998. La ruptura entre los planes 1980 y 1985 estuvo constituida por el fin del Terrorismo de Estado y el inicio de los gobiernos democráticos.

Programas de cátedra. Se trata de intervenciones enunciativas en las que se toma posición respecto de los objetivos, perfiles, tipos de materia o contenidos mínimos que establecen los planes de estudio. Tuvimos en cuenta los marcos mencionados, así como también qué docente está a cargo de la cátedra (si es o no egresado de alguna de las dos carreras; de qué plan de estudios es egresado; si su carrera académica se continúa en investigación, extensión y publicación; qué bibliografía sugiere, entre otras cuestiones). A partir de ello, es posible reconstruir qué concepto de Comunicación construyen y, por ende, someten a la publicidad en las actividades de docencia, extensión, etc.

Analizar los programas permitió visibilizar una cuestión no advertida previamente. La detección de los egresados docentes de la carrera se realizó comparando los registros de las tesis (Ciencias de la Información y Comunicación Social), los de egresados (planes 1980, 1985 y 1998) y los programas de las cátedras que estaban archivados en el Departamento Bedelía. Nos percatamos de que en esos documentos se juega una operación estructurante de las instituciones académicas y científicas: el reconocimiento del trabajo entre colegas, es decir, la mención o no del equipo docente formal de cada cátedra (Profesores –Titular, Asociado, Adjunto–; Auxiliares de Docencia –Jefes de Trabajos Prácticos, Auxiliares Docentes de Primera Categoría y, en algún momento, Auxiliares Docentes de Segunda Categoría– y Auxiliares Docentes Alumnos) en el programa de cada materia.

He aquí parte de la médula del recorrido de los estudios en Comunicación en la institución que analizamos: el reconocimiento como iguales de los docentes graduados, en tanto sujetos que intervienen legítimamente, fue dispar y, en ocasiones, tardío. Pensamos que es la mención en programa de cada materia, en el que se presentan los contenidos, métodos, etc., así como los docentes que trabajan en ella, una instancia clave de visibilización de las intervenciones enunciativas formales y legitimadas como parte de una cátedra, por un lado, y como parte de la sedimentación de los estudios en Comunicación, por el otro.

De esa manera, constatamos que en muchos casos los programas no mencionan más que al docente a cargo de la materia; en otros casos mencionan a algunos docentes; mientras que en algunos se menciona todo el cuerpo docente de la cátedra e incluso colaboradores y docentes invitados; finalmente, en algunos casos se menciona con imprecisiones el cargo ocupado por algunos docentes. Esta cuestión es medular, ya que de la lectura de cada programa de las carreras de Ciencias de la Información y Comunicación Social del que se guarda registro en la Facultad, en muchos casos y durante varios años, no aparecen docentes graduados que han trabajado en las materias.

Tesis de Licenciatura en Ciencias de la Información y Comunicación Social. Se trata de 513 trabajos finales ‒ya sea en el formato de tesis “tradicionales” como en las denominadas tesis “de producción”, formato que permite un trabajo entre 2 o 3 estudiantes‒, con las que egresaron 559 estudiantes. Solo faltan datos de una tesis (título y director/a). Respecto de esta cuestión, no pudimos tener acceso a todas las tesis (algunas faltan y no se pudo establecer contacto con todos los graduados). Llevar adelante el análisis de cada tesis fue inviable por el lapso dispuesto, por el número del equipo de investigación, y por imprevistos personales (la decisión de cada tesista de dejar o no un ejemplar de su tesis en Biblioteca) o institucionales (la ausencia de control y de registro).

En segundo lugar, y en vistas de estas cuestiones, decidimos analizar las tesis de los graduados que se hubieran transformado en docentes de la Carrera de Licenciatura en Comunicación Social2. Esta decisión metodológica se sostiene en que, si lo que analizamos es el derrotero de los estudios en Comunicación a partir de algunos documentos, entonces las intervenciones enunciativas de aquellos egresados que optaron por una trayectoria académica (docencia, investigación, extensión y publicación) en los espacios que propicia la institución, cobró mayor relevancia para el análisis.

Para el caso de los docentes graduados, consideramos en nuestro análisis a los egresados (con tesis de licenciatura, no a aquellos que dicten clases sin título de grado, ya que nos abocamos a analizar intervenciones enunciativas escritas, como la tesis de grado) de las carreras de Ciencias de la Información/Comunicación Social, que tuvieron antecedentes como docente rentado (no como Auxiliar Docente Alumno ni en una Adscripción), y que hubieran aparecido en el programa de alguna materia. Los demás graduados han continuado su carrera profesional por fuera de la institución –como docentes/becarios/investigadores, como trabajadores en el sector estatal o privado–, y, por lo tanto, no han vuelto a contribuir al espesor de la producción discursiva que reconstruimos.

Esta decisión, cuya validez se sostiene en la coherencia interna del diseño metodológico que vertebra el trabajo, debe ser puesta en relación con lo anteriormente mencionado respecto de la existencia de los programas y de la mención o no de los docentes en ellos.

Así, pues, analizamos las tesis de licenciatura de los egresados docentes mencionados en los programas de las cátedras: un total de 88 tesis, que corresponden a los casos mencionados y constituyen el 17,15% sobre el total de tesis (513). El análisis de estos documentos consistió en identificar su objeto de estudio, su diseño metodológico y los puntos de vista teóricos desde los que parten, así como la detección de la existencia de vínculo con proyectos de investigación, extensión, etc.

A partir de allí, elaboramos clasificaciones por ejes temáticos, de acuerdo con criterios acordados por el equipo de investigación:

1.    Comunicación: reflexiones, teorías, agentes

2.    Medios de Comunicación

3.    Comunicación y Cultura

4.    Comunicación y Periodismo

5.    Comunicación Comunitaria

6.    Comunicación Institucional/Organizacional

7.    Comunicación y Arte

8.    Comunicación y Ciencia/Divulgación Científica

9.    Comunicación y Política

10.       Comunicación y Salud

11.       Procesos de Identificación

12.       Comunicación y Educación

 

Estas clasificaciones permitieron organizar los documentos y construir datos precisos y válidos, para reconstruir continuidades y discontinuidades en las tesis de licenciatura como intervenciones discursivas.

Una última cuestión: no se consideró la distinción entre fecha de presentación de la tesis y fecha de egreso, ya que, por un lado, no se pudieron obtener precisiones de parte de la institución y nos faltó tiempo para profundizar la indagación, lo que dificulta construir un dato preciso, y, por otro lado, lo que se evalúa al momento del egreso es la tesis presentada, independientemente de la fecha en que se haya defendido.

Proyectos de investigación. La investigación aparece registrada en la carrera de Comunicación a partir de 1993 ‒más de una década después de su apertura en la UNER‒ y con directores que cargaban sobre sus hombros trayectorias de renombre a nivel nacional e internacional, como Sergio Caletti, Alicia Entel y Patricia Terrero.

De esta forma, analizamos los proyectos de investigación que han tenido directores que hubieran dictado clases en materias de la Licenciatura en Comunicación Social (durante la Licenciatura en Ciencias de la Información no se desarrollaron tareas de esta índole), cualquiera fuera la procedencia de la formación de grado y posgrado de los docentes, graduados y becarios. Este punto es sustantivo, ya que por decisión metodológica no se analizaron los proyectos de investigación dirigidos por docentes de la carrera de Ciencias de la Educación y que, en algunos casos, contaron con la participación de docentes egresados de Ciencias de la Información o de Comunicación Social.

En definitiva, llevamos adelante un análisis de las continuidades y discontinuidades de las líneas de investigación que se conformaron desde la perspectiva de la carrera de Comunicación Social y no de los lugares de inserción o participación de los docentes, estudiantes o graduados (en proyectos dirigidos por docentes de otras carreras).

A partir de ello, indagamos no solamente esas líneas de investigación en Comunicación, sino sus imbricaciones con los demás documentos: planes de estudio, programas, tesis, proyectos de extensión y publicaciones.

Proyectos de extensión. Los documentos de este tipo de intervenciones enunciativas están registrados solamente desde 2002 por la Secretaría de Extensión. Si bien esta cuestión implica contar solamente con ese registro, visibiliza el lugar que la Facultad y la Carrera le han destinado, tanto para un registro formal como para destinarle una actividad sostenida.

A partir de ello, tratamos de identificar si existen líneas de trabajo en extensión que se hayan consolidado a lo largo del período al que nos abocamos, así como también intentamos determinar si existen continuidades y discontinuidades.

Al igual que con los proyectos de investigación, nos ocupamos de analizar aquellos que han sido llevados adelante por docentes de la Carrera de Comunicación Social, y nos detuvimos en las imbricaciones que tienen con los demás documentos del corpus.

En ambos casos, proyectos de investigación y de extensión, los registros permitieron identificar a los investigadores y extensionistas, respectivamente, que trabajaron en ellos. Esta cuestión nos llevó a distinguir estos dos tipos de intervenciones enunciativas de los programas de cátedra, o, al menos, nos permitió abrir el interrogante para determinar, por ejemplo, si se trata de documentos en los que la operación de reconocimiento respecto del trabajo es diferente, o bien si se trata de un cierto umbral en el que esa operación de reconocimiento logró consolidarse y plasmarse en todos los documentos.

Artículos en las revistas académicas de la institución. Se analizaron algunos de los artículos publicados en las dos revistas académicas de la institución: El Cardo, “Revista del Área Didáctica”, y Del prudente saber… y del máximo posible de sabor, “Publicación de jóvenes investigadores de la FCEDU, UNER”3.

Tal y como su anclaje institucional reza, una se afinca en un área de trabajo de la carrera de Ciencias de la Educación; mientras que otra difumina su especificidad enmarcándose en la Facultad, en una actividad (investigar) y en una franja etaria (jóvenes). Así, pues, el sujeto de la enunciación se presenta de manera marcadamente diferente en cada caso. No se identifica cada revista con cada una de las carreras de la institución, sino que cada publicación habilita un corte transversal que requiere brevísimas líneas de reflexión.

Hemos debido circunscribir el análisis de los artículos publicados en el período que nos ocupa, 1980-2013. Así, pues, de la revista El Cardo se han publicado 11 números con 156 artículos y editoriales en total; mientras que si hablamos de Del prudente saber… se trata de 8 números y un universo de 69 artículos. A partir de allí, la decisión metodológica fue contemplar los artículos que hubieran publicado los docentes de la Carrera que egresaron de Ciencias de la Información o de Comunicación Social de la institución; los docentes no egresados de algunas de las dos carreras, que dictaron clases en la Carrera de Comunicación Social en algún tramo del período considerado, y, finalmente, los graduados de aquellas carreras, ya que es posible que su intervención enunciativa esté anclada en un trabajo de investigación o extensión de la institución (la tesis de licenciatura, o un trabajo presentado por interés en publicar las revistas de la institución, con lo cual el vínculo con ella se ha extendido más allá del cursado y egreso).

Si tenemos en cuenta el total de artículos de cada revista y los tres “filtros” mencionados, nuestro corpus de análisis quedó conformado por 33 artículos para la revista Del prudente saber…: a) 19 de los docentes egresados de alguna de ambas carreras que dictaron clases en Comunicación Social (un 57,58%); b) 7 de docentes que dictaron clases en las carreras de Ciencias de la Información y en Comunicación Social (un 21,21%), y c) 7 de graduados de alguna de las dos carreras (21,21%). En cuanto a la revista El Cardo, identificamos a) 14 (un 36,84%); b) 19 (un 50% sobre el total de 38), y c) 5 (un 13,16%), respectivamente.

Los docentes de la carrera de Comunicación (docentes egresados, así como el resto de los graduados) han tendido a publicar en mayor medida en Del prudente…, mientras que la proporción es exactamente inversa respecto de El Cardo y los docentes y egresados de Ciencias de la Educación.

En una segunda instancia, intentamos trazar las imbricaciones que estos artículos tienen con los demás documentos del corpus.

Derroteros

“derrotero ´rumbo´, 1607, raro hasta el s. XVIII, primitivamente ´libro o mapa que indicaba los rumbos´, h. 1600. Deriv. de derrota en el sentido hoy anticuado de ´rumbo´, 1474, antes ´camino terrestre´, y primitivamente ´camino abierto rompiendo los obstáculos´; en su origen participio de derromper ´romper´, s. XII, deriv. de romper (lat. RUMPERE)” (Coromines, 2008, p. 185).

A continuación, presentamos brevemente los derroteros que han tenido los estudios en Comunicación en la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER, a partir del análisis del corpus antes explicitado.

Planes de estudio

Respecto de los tres Planes de estudio del corpus, es importante resaltar la profunda discontinuidad que se establece entre el Plan 1980 y el Plan 1985. Por un lado, en la resolución que le da vida al segundo, se califica la herencia del primero como “teoricista, verbalista y tecnocrática”, para diferenciar la propuesta de formación. Según nuestros análisis, la ruptura del Plan 1985 respecto de su antecesor puede ser mejor entendida desde las reconstrucciones realizadas a partir de los documentos. Así pues, el Plan 1980 orbitaba en torno a (a) un humanismo católico que forma al sujeto de conocimiento en los valores nacionales e hispanos, y (b) un pensamiento de la información en términos instrumentales, cuya utilización exige una gran responsabilidad. Se trata, para decirlo sin ambages, de formar un sujeto de conocimiento que interviniera profesionalmente de manera correcta, que usara la información orientado por los valores y tradiciones hispanos. Se trata, en definitiva, de una formación que se apoyaba en un tipo de humanismo católico y nacionalista –pero al fin y al cabo un humanismo–; una concepción de la comunicación en términos de la teoría matemática de la información, y una pretensión de “objetividad” ligada al periodismo y a la investigación, que descansa sobre la concepción de la información como algo de lo que se dispone en términos instrumentales.

El Plan 1985 nació al calor del fervor social, cultural y político en torno a los desafíos de la vida democrática de ese momento. Más concretamente, la vida pública excede por mucho la formalidad de elegir y ser elegido para los cargos de representación, por ello se trató de transformar las condiciones de existencia heredadas, de formación teórica o de intervención profesional.

Con respecto a la primera cuestión, el Plan 1985 no sienta las bases de una definición explícita de la comunicación, sino que pueden identificarse dos concepciones que conviven: la concepción de la comunicación como un proceso complejo y multifacético, inherentemente social, cuyas aristas o dimensiones tienen que aprehenderse desde los diferentes enfoques clásicos de las ciencias sociales, y la comunicación como una dimensión de lo social que reclama un tratamiento específico y que excede a los límites disciplinares de las ciencias sociales ya instituidas, pero con las que dialoga.

Al mismo tiempo, esta ausencia de toma de posición explícita en torno a lo que se entiende por comunicación habilita dos grandes áreas de perspectivas teóricas que no terminan de articularse: un área en la que se ponen al día perspectivas, autores, temáticas y presupuestos epistémicos de las disciplinas clásicas de las ciencias sociales y de las humanidades pero que no terminan de dar cuenta del fenómeno comunicacional como tal, o cuando menos, de su vinculación con los fenómenos que específicamente enfocan esas disciplinas, y un área que postula una cierta especificidad de lo comunicacional en su inextricable relación con la cultura pero que, en virtud de su incipiente institucionalización académica, no termina de ser lo suficientemente robusta como para no quedar solapada detrás de la idea de la comunicación como proceso.

Con respecto a la cuestión de la intervención profesional, el Plan 1985 introduce, a diferencia del Plan 1980, un título intermedio (Tecnicatura) y dos terminalidades para la Licenciatura (“Comunicación Cultural, Educativa y Científica” y “Periodismo”), además de los talleres, en tanto instancia en la que es posible condensar los desarrollos teóricos en piezas comunicacionales concretas que permitan intervenir para transformar, es decir, un profesional eficiente en sus tareas y, a la vez, comprometido con modificar las condiciones de existencia. Los talleres articulan, a través de sus contenidos, los ejes fundamentales en los que se sostiene la estructura curricular: interdisciplinariedad y equilibrio entre teoría y práctica.

Así, pues, el Plan 1998 es el resultado de un proceso de conformación e institucionalización de los estudios en Comunicación que fue sedimentándose a partir de las semillas del Plan 1985. Se trata, en definitiva, de profundizar lo que ya se ha iniciado.

En primer lugar, en el Plan 1998 la comunicación es mencionada en tanto “práctica comunicacional”, por un lado, y, por otro lado, como “[distintos] procesos de comunicación” que debe continuar democratizándose a partir de un conocimiento “crítico” que permita generar otras o modificar las existentes. En las menciones que el Plan 1998 propone en el trayecto de licenciatura (“Periodismo”, “Comunicación y Educación”, “Comunicación y Procesos Culturales”), por su parte, la “comunicación” se posiciona como un campo científico (interdisciplinario, transdisciplinario), que se relaciona con otro –“Educación”–, y con una dimensión problemática que va a definir cada vez más uno de los derroteros de los estudios en Comunicación: la cultura, como “procesos” (en el nombre de la mención) y como “proyectos” (como una de las características de la mención). Así, pues, al momento de enunciar los alcances de los títulos (Licenciado y Técnico), en la mitad alude a cuestiones de la cultura (programas, proyectos, políticas, actividades).

En las tres menciones se destaca el énfasis en la actividad de “investigación”, claro está, según la especificidad de la mención: en la mención “Periodismo”, la investigación es citada de la siguiente manera: “Investigación, medios y empresas. Los aspectos políticos, legales y su gestión” (FCEDU-UNER, 1998, p. 8); en la mención “Comunicación y Educación” se la piensa “[…] en proyectos transdisciplinarios en sus dimensiones: política-pedagógica-cognitiva, tecnológica y estética” (FCEDU-UNER, 1998, p. 8), y, finalmente, en “Comunicación y Procesos Culturales” la investigación se realiza “[…] en las problematizaciones
 sobre el campo en sus dimensiones filosófica, estética e histórica. Organización de proyectos, dirección y gestión de los mismos” (FCEDU-UNER, 1998, p. 8). De esta manera, podemos constatar que la investigación es la actividad que atraviesa las tres menciones que el Plan propone para sus egresados.

En segundo lugar, el conocimiento crítico sobre las prácticas comunicacionales requiere de un sujeto de conocimiento que actúe éticamente en defensa de los DDHH y que sea crítico del ejercicio de su profesión. El sujeto de conocimiento que el Plan 1998 construye es el que puede intervenir en la vida púbica (bien común) y en el mercado laboral (profesión) desde una perspectiva científica transdisciplinar.

En tercer lugar, se concibe a la información como un “derecho”, es decir, como aquello que es reconocido por y para la vida pública democrática. De esta manera, la información es distinguida de la comunicación (en tanto “práctica comunicacional”) y se la encabalga sobre los derechos humanos.

Finalmente, debemos mencionar que en el Plan 1998 la comunicación se posiciona como un campo científico no disciplinario, con un particular acento en la formación en investigación (la extensión no tiene cabida explícita), y en los problemas políticos y de la cultura, que comparte con las ciencias sociales y humanas con las que dialoga. En otras palabras, la Comunicación se significa en tanto campo no disciplinario de estudios en el que convergen distintas teorías, que se ocupan de analizar un haz de fenómenos y procesos específicos, los cuales se vinculan a una serie de cuestiones de índole científica (la significación, la constitución del sujeto, los medios y tecnologías de la comunicación, la comunicabilidad); histórica (Modernidad, proceso de Racionalización) y profesional (marcos jurídicos y regulaciones estatales).

Programas de cátedra

A partir de los programas de las cátedras, hemos podido reconstruir que aquellos que se enmarcan en el Plan 1980 hacen posibles cuatro itinerarios:

a)

El que transita los problemas de las ciencias de la información, lógicamente apoyado en los puntos de partida de la teoría de los efectos y en la teoría matemática de la comunicación. Este itinerario estaba signado por la lectura de autores ligados a la Mass Communication Research (Norbert Wiener, Joseph Klapper, Wilbur Schramm, David Berlo), también aparecen Marshall McLuchan y Raymond Williams, así como el Informe Mac Bride.

b)

El que desanda los problemas del lenguaje, con una importante presencia de la tradición estructuralista, aunque no exclusivamente, que incluye a Ferdinand de Saussure, Émile Benveniste, Christian Metz, Roland Barthes, y Roman Jakobson, Umberto Eco, George Herbert Mead y Erving Goffman. Es notoria la ausencia las corrientes hermenéuticas, marxistas y muchos clásicos de la semiótica y la pragmática.

c)

El que está ligado a la investigación, con una impronta de ligada a las ciencias empiristas. Las lecturas identificadas en este trayecto comprenden las obras de Karl Popper, Carl Hempel, Imre Lakatos, Thomas Khun, Raymond Boudon y Mario Bunge; así como el infaltable Cómo se hace una tesis, de Umberto Eco.

d)

Un trayecto profesional, ligado a la producción y utilización de la información. Al respecto, las lecturas que acompañan este camino son, en su gran mayoría, manuales especializados de periodismo, de estilo, de publicidad, de derecho, de economía, administración de empresas, así como diccionarios de idiomas y enciclopédicos, e incluso libros acerca de oficios (técnico de radio, por ejemplo).

En la lectura de los objetivos que se fija en cada programa de cátedra del Plan 1980, la comunicación es significada como transparente, objetiva y que debe descartar cualquier cuestión ideológica; que debe ser precisa y eficaz. Asimismo, comunicación e información se toman casi como sinónimos.

Como se dijo, el Plan 1985 supone una discontinuidad radical respecto del Plan 1980, al tiempo que da lugar a dos maneras de significar la comunicación: como proceso y como enlace estratégico teórico específico. Asimismo, estas dos ramas vertebran diferentes aristas: se trata, en primer lugar, del doble cruce entre teoría y práctica y entre talleres y materias, que implica el análisis de la comunicación como un proceso de la vida social que debe ser estudiado para luego llevar adelante una intervención; en segundo lugar, la búsqueda de la especificidad de la comunicación en tanto se aboca a analizar una dimensión de las relaciones sociales, a partir del diálogo con las otras ciencias sociales y humanas.

El Plan de Estudios 1985 establece dos tipos de espacios curriculares: las materias y los talleres. Dentro de las materias, a su vez, se pueden distinguir diferentes tipos: los idiomas; las materias más generalistas, que son más deudoras de otros campos disciplinares, y las materias específicas de lo comunicacional, entre las que distinguimos dos grupos: por un lado, las que brindan instrucción y herramientas para insertarse en el mercado laboral y sus campos profesionales inherentes, y, por otro lado, las que anudan enlaces teóricos específicos sobre el saber comunicacional en tanto campo teórico. Es en este último grupo que podemos identificar el intento de definición de una mirada comunicacional que dialoga con un diverso abanico de ciencias sociales y humanas, contempladas en materias del Plan 1985 (Sociología Argentina, Economía, Antropología, Psicología, Semiótica, Historia de las Ideas, entre otras). Este diálogo opera en términos de diferenciación y constitución de una mirada específica de lo comunicacional, y tiene como pretensión enriquecerse con los debates propios de las mencionadas ciencias.

El Plan 1998 se plantea la profundización de los desarrollos que ha comenzado el Plan 1985. Ahora bien, este proceso de sedimentación se expresa en diferentes intentos de definición de la Comunicación, de acuerdo con los programas de las materias: un campo no disciplinario de estudios en el que convergen distintas teorías, que se ocupan de analizar un haz de fenómenos y procesos específicos, los cuales se vinculan a una serie de cuestiones de índole científica (la significación, la constitución del sujeto, los medios y tecnologías de la comunicación, la comunicabilidad); histórica (la Modernidad, el proceso de Racionalización), y profesional (marcos jurídicos y regulaciones estatales de los medios y de la profesión). No obstante, la densidad de preocupaciones constitutiva de la comunicación, también se vincula con otros campos (Educación, Semiótica, entre otros), pero también se orienta a posicionar la Comunicación con los problemas de la cultura o lo cultural, y se la diferencia respecto de la cuestión de la información.

En cuanto a la concepción de cultura, no tiene tanta presencia explícita en los contenidos mínimos del Plan 1998 como la comunicación, ni podemos constatar una presencia destacada en los programas de las cátedras de este plan. Las alusiones no constituyen una definición o concepto concreto, sino que se trata de expresiones como “la cultura” o “lo cultural”, lo que depende de las distintas materias. Por un lado, la cultura es pasible de ubicarse a partir de coordenadas cartesianas: temporales (“la cultura contemporánea”) y espaciales (“urbana/rural”, “argentina”, “latinoamericana”). Por otro lado, se especifican luchas de diversa índole en su seno: “letrada/popular” y “urbana/rural”, “burguesa/de masas”, incluso en términos de “dependencia cultural”, inscribiendo las relaciones de lucha en clara proximidad de la definición de “industria cultural”. Asimismo, “lo cultural” es considerado como un enfoque disciplinar (“antropología cultural” e “historia cultural”) o un eje a pensar concomitantemente a una disciplina (“Semiótica y Cultura”) o a distintas cuestiones (“Ideología y cultura”), que arroja luz sobre unos fenómenos distinguibles (“fenómenos culturales”, “expresiones culturales”), y sobre la “problemática cultural”. Así, pues, también debe considerarse a la “producción cultural” que llevan adelante medios, organizaciones e instituciones, con las consecuentes preocupaciones ligadas a la elaboración de proyectos y a la gestión de aquellos, que constituye un “patrimonio cultural comunicacional”.

La noción de información que se explicita en los contenidos mínimos está ligada a las “nuevas tecnologías de la información y comunicación” y a los medios, por un lado, y, por el otro, con el oficio de periodista: “fuentes de información”, “la información en radio”, “objetividad informativa” y “manejo de la información”. Más precisamente, se debe considerar la “responsabilidad” y la “profesionalidad” del periodista en su relación con la información que proporciona. En otras palabras, la información es aquello que debe ser producido por el periodista, y, por lo tanto, se la considera en términos de un resultado o de una cosa, como aquello que está por fuera del periodista. Concomitantemente, la preocupación es por su “manejo” responsable, así como por su “objetividad”.

Con respecto al enfoque planteado por algunas materias en relación con la “realidad nacional”, o simplemente con la “realidad”, plantean la necesidad de “abordar”, “leer” y “conocer ónticamente” a través de estudios interdisciplinarios o gracias al acceso privilegiado de alguna disciplina (lo que se arroga la Teoría Sociológica, al menos en sus contenidos mínimos). En relación con ello, solamente se menciona una vez la tarea “crítica” del conocimiento respecto del “presente” en vistas a un “futuro”. De esta manera, se fragua una relación del conocimiento con una realidad que se significa como lo que debe conocerse, es decir, como algo externo.

Finalmente, en cuanto al camino explícitamente mencionado en otros puntos del Plan 1998 respecto de formación en la investigación (en detrimento de la extensión, por ejemplo), se menciona ligada a la reflexión científica y en relación con casi todos los talleres; más precisamente, la investigación es significada como el paso previo a la producción de proyectos culturales y de piezas comunicacionales.

Pero más allá de esta operación de reconstrucción que realizamos para intentar delinear cómo se significa la Comunicación, es interesante rastrear los problemas que emergen en un espacio particular de la currícula, el Seminario de Problemas Contemporáneos de la Comunicación, un lugar formal en el que se pueden plasmar los intereses del cuerpo docente respecto de qué se considera un problema (contemporáneo) de la Comunicación. Así, pues, desde 2005 en adelante se incrementa la cantidad de opciones del Seminario para que los estudiantes puedan cursar: entre 2002 y 2013 se dictaron 36 seminarios, con cuatro ejes que no están considerados dentro de los contenidos mínimos de las materias del Plan 1998, así como tampoco en ninguno o la mayoría de los programas de cátedra: Feminismo/Género, Comunicación Comunitaria, Memoria, y Comunicación Institucional/Organizacional.

Es necesario ludir a una correlación: estos cambios en las definiciones y problemas de la Comunicación corren parejos a los cambios en el cuerpo docente, ya sea en aquellos que están a cargo de materias y de los equipos que se conforman, como también en la “masa crítica” de docentes egresados de los tres planes de estudios, que queda a cargo de materias y/o integra sus equipos. Los cambios de docentes a cargo de las materias y de los contenidos se han amasado, en buena medida, al calor de los docentes que se formaron en las carreras de la Facultad, sobre todo los egresados del Plan 1985.

Tesis de Licenciatura en Ciencias de la Información y Comunicación Social

En cuanto a las tesis de licenciatura, es importante recordar la distinción que realizamos a la hora de su análisis: por un lado, todas las tesis (513), que por cuestiones de planificación fueron solamente clasificadas, y, por otro lado, las tesis de los docentes egresados (88), que lejos de pensarlas en términos de una relación de representatividad para con el universo, decidimos hacer foco en ellas porque se trata de intervenciones enunciativas que se multiplican con mayor peso en el derrotero de los estudios en Comunicación de la facultad. Esto se entiende si estamos atentos a las posibles intervenciones de esos docentes egresados: programas de cátedra, proyectos de intervención y extensión, artículos en revistas, sin olvidarnos de su ejercicio de directores o codirectores de tesis de licenciatura.

A grandes rasgos, entonces, es importante destacar que, sobre el total de tesis, la clasificación Medios de Comunicación ha mantenido un buen caudal de tesis de licenciatura a lo largo de los tres planes (162 totales: 25, en el Plan 1980; 68, en el Plan 1985, y 69, en el Plan 1998). Es notorio el incremento de las tesis en cuatro clasificaciones: Comunicación y Educación (46 totales: 3, en el Plan 1980; 18, en el Plan 1985, y 25, en el Plan 1998); Comunicación Institucional/Organizacional (57 totales: 2, en el Plan 1980; 32, en el Plan 1985, y 23, en el Plan 1998); Comunicación y Cultura (50 totales: 2, en el Plan 1980; 17, en el Plan 1985, y 31, en el Plan 1998); Procesos de Identificación (47 totales: 2, en el Plan 1980; 18, en el Plan 1985, y 27, en el Plan 1998). Al respecto, cabe añadir un dato fundamental: entre 2001 –en el momento en que el Plan 1985 ya tenía 16 años de rodaje– y 2013 –ya el Plan 1998 tenía casi los mismos años de vigencia–, se produce un crecimiento desmedido de las tesis de licenciatura que pertenecen a estas clasificaciones: en Comunicación y Educación se presentan 40 de las 46 totales; en Comunicación Institucional/Organizacional se presentan 55 de las 57 totales; en Comunicación y Cultura se presentan 41 de las 50 totales; en Procesos de Identificación se presentan 44 de las 47 totales. Así, pues, estudiantes que ingresaron con el Plan 1985 egresaron, tardíamente, entre 2001 y 2009. En otras palabras, la sedimentación de los estudios en Comunicación abre y profundiza un abanico de problemas, lo que también puede constatarse, aunque en menor cantidad, en las tesis que se presentan en las clasificaciones
 Comunicación y Arte (24 totales: 7, en el Plan 1985 y 17, en el Plan 1998); Comunicación y Salud (17 totales: 6, en el Plan 1985 y 11, en el Plan 1998), y Comunicación y Ciencia/Divulgación Científica (12 totales: 8, en el Plan 1985 y 4, en el Plan 1998).

Las clasificaciones Comunicación: reflexiones, teorías, agentes y Comunicación y Periodismo cuentan con 17 tesis cada una: 4, en el Plan 1980; 8, en el Plan 1985, y 5, en el Plan 1998, en el caso de la primera, y 1, en el Plan 1980; 9, en el Plan 1985, y 7, en el Plan 1998, en el caso de la segunda. Ahora bien, la poca cantidad de tesis en torno a estas clasificaciones, ¿se debe a que no se toma “el toro por las astas” y se intenta definir qué es la Comunicación? ¿O bien se debe a que no se termina por zanjar cuál es su vínculo con el Periodismo, del que se distingue? ¿O bien la escasa cantidad de tesis en estas clasificaciones responde a los intentos de mantener una inter/a/trans/multi disciplinariedad que propicia el nacimiento de distintas áreas problemáticas, como las mencionadas anteriormente? Cualquiera sea la respuesta a estas preguntas, pensamos que puede ser considerada como un indicio que debe conducir a cuestionarnos cómo significamos la Comunicación, qué teorías se enmarcan en ella, con cuáles dialoga, qué objetos se construyen y qué artefactos (en el sentido que Bourdieu le da al término en Bourdieu,
 et al., 2008) se reproducen.

En la clasificación Comunicación Comunitaria pudimos agrupar 3 tesis (2 del Plan 1980 y 1 del Plan 1998); mientras que en Comunicación y Política señalamos 15 tesis (3 del Plan 1980; 5 del Plan 1985 y 7 del Plan 1998).

A grandes rasgos, entonces, al analizar las 88 tesis presentadas por los docentes egresados de todos los planes (8 del Plan 1980; 47 del Plan 1985, y 33 del Plan 1998), se destaca que la mayoría se reparte en cuatro clasificaciones: Medios de Comunicación, con 21 (23,60%); Comunicación y Política, con 15 (16,85%); Comunicación y Cultura, 11 (12,36%), y Comunicación y Educación, con 9 (10,11%). De estas cuatro clasificaciones, dos se mantienen como foco de interés a través de los tres planes de estudio: Comunicación y Política, 3 corresponden a docentes egresados del Plan 1980, 5, al Plan 1985 y 7, al Plan 1998, y Medios de Comunicación, con 2, 10 y 9, respectivamente.

Proyectos de investigación

De los 31 proyectos de investigación analizados, 9 (29%) han sido dirigidos por 7 docentes egresados; los restantes 22 proyectos (71%) fueron presentados por 11 directores que no son docentes egresados. Ahora bien, al desglosar los momentos en que los proyectos se llevaron a cabo, podemos constatar que, a partir de 1993, se presentaron 9 proyectos a cargo de 5 directores: Alicia Entel (3 proyectos), Caletti (2), Mirtha Giaccaglia (2), Horacio Robustelli (1) y Patricia Terrero (1). Desde el 2000 hasta el 2009 se presentaron 15 proyectos a cargo de 12 directores: Giaccaglia (2, aunque ya alejada de la carrera de Comunicación y dictando clases en Ciencias de la Educación), Sebastián Román (2), Silvia Delfino, Caletti, Entel, Luciana Basso, Patricia Fasano, González Lowy, Claudia Kozak, María del Valle Ledesma, Víctor Fleitas y Ariel Levatti. Durante el período 2010-2013, se presentaron 7 proyectos, cuyos directores fueron Caletti, Giaccaglia, Ledesma, Carina Cortassa, Adriana Miguel, Carina Muñoz y Liliana Petrucci (docente de la carrera de Ciencias de la Educación).

A partir de 2005 se instituye la figura de Proyecto de Investigación Novel con Asesor, lo que facilita la presentación de proyectos de investigación por parte de los docentes egresados: de los 9 proyectos dirigidos por aquellos, 7 han sido noveles (5 de docentes del Plan 1985; 1 de un docente del Plan 1998, y 1 presentado por una graduada del Plan 1985). Los otros 2 proyectos de investigación fueron presentados por Fasano (en 2002), y por Román (en 2009).

A la hora de identificar líneas de investigación sostenidas durante los años, solamente el profesor Caletti y la profesora Giaccaglia han presentado proyectos de investigación en los tres períodos mencionados; mientras que la profesora Entel, por su parte, presentó proyectos en los primeros dos períodos, y la profesora Ledesma presentó en los últimos dos períodos, cuando ingresó en la Facultad.

Respecto de los 4 proyectos presentados por Caletti, podemos decir, en primer lugar, que los 2 proyectos presentados durante la década del 90 estaban centrados en el análisis de la configuración de nuevas subjetividades políticas, ya sea en “sectores de probreza” y sus formas de intervención de protesta en la vida pública, como en la relación entre medios de comunicación y esfera política. De los resultados de estos proyectos se obtuvieron una reconceptualización del espacio de lo público, por un lado, y, por el otro, las formas de constitución de nuevas subjetividades políticas. Así, pues, la definición de política y su vínculo estrecho con la comunicación y la cultura corren el eje y se diferencian de las operaciones que la lógica del Estado disemina a través de sus institutos. En segundo lugar, pero en estricta continuidad con la indagación en torno a la relación comunicación/cultura/política y a los conceptos amasados en los anteriores proyectos de investigación, durante la primera década de este siglo, Caletti presentó dos proyectos: el primero se abocó a la revisión de las nuevas reflexiones teóricas en torno a los sujetos de la política; mientras que el segundo se dedicó al análisis de un caso que permitía dar cuenta de aquella relación: el llamado Conflicto del Campo de 2008.

En el caso de los proyectos presentados por Giaccaglia, podemos identificar una modificación en el área de interés. La primera línea de investigación trataba de indagar las reconfiguraciones de las relaciones sociales –profundización de “las desigualdades y procesos de desocialización y resocialización inéditos”– a partir de los cambios culturales que el capitalismo, la “ideología neoliberal” y la “retirada de la política” han consolidado. Para ello, Giaccaglia y su equipo llevaron adelante operaciones genealógicas de la constitución del sujeto moderno y de la utopía, en tanto puntos de partida necesarios para repensar lo político, el antagonismo y la posibilidad de una interculturalidad democrática. En cuanto a la modificación en la línea de investigación, podemos establecer que sucede con el último proyecto de investigación, ligado a una Historia de las Ideas no convencional: “[…] nuestra perspectiva es la de una historia, no a la manera tradicional, sino crítica, con un registro del carácter abierto del pensar y articulada transdisciplinariamente con las demás ciencias sociales y con la filosofía” (FCEDU-UNER, 2016a, p. 10).

A las claras, no se trata de un enfoque expresamente ligado a los estudios en Comunicación, sino que más bien se interseca con las preocupaciones que atravesaban los debates en torno a los cambios culturales, los procesos de constitución de subjetividades y las transformaciones de la política, lo que también está presente en la perspectiva de investigación de Caletti. Al mismo tiempo, ambas líneas de trabajo, la de Caletti y la de Giaccaglia, demuestran una notable interdisciplinariedad en sus indagaciones, más allá de la perspectiva constitutiva de los estudios en Comunicación de Caletti y de un enfoque filosófico, en el caso de Giaccaglia.

En este punto, es conveniente traer a colación las investigaciones de Entel, en las que podemos identificar dos líneas: la primera hilvana tres proyectos y sus preocupaciones se dirigen hacia las modificaciones que las relaciones sociales experimentan en la cultura de los escenarios urbanos, debido al capitalismo y a la “retirada del Estado”. De esta manera, el enfoque comunicacional que Entel plantea para analizar las “formas expresivas de la protesta”, los “usos sociales del espectáculo y los medios” y las “formas de construcción social de los miedos” se vincula con la relación comunicación-política, aunque de manera distinta del enfoque de Caletti. Desde nuestro punto de vista, esta línea de investigación de Entel se aboca, sobre todo, a las formas de la protesta, el uso de los medios y la construcción de los medios, que aportan elementos sustantivos para pensar la relación entre la comunicación y la política desde el punto de vista de los cambios culturales.

Es necesario subrayar que, en las perspectivas de análisis de Caletti y de Entel se llevan adelante estudios ligados a las ciudades de Paraná y Santa Fe (incluso a las provincias de Entre Ríos y Santa Fe), o de Paraná y Buenos Aires. La segunda línea de investigación de Entel nace mientras se desarrolla la primera, y estudia lo “videológico” como matriz de construcción de conocimiento, y sus diferencias con otras que han emergido a lo largo de la historia de la cultura occidental.

Estos proyectos de investigación están enfocados en los problemas de la comunicación, la cultura y la política, con distintos acentos y matices. En este punto, mencionamos los enfoques de las profesoras Terrero y Delfino, ambas al frente de la cátedra de Teorías de la Comunicación en distintos períodos. El proyecto de Terrero es una indagación que se articula con las universidades de Buenos Aires, Córdoba y del Comahue, y que hace foco en las ciudades de Paraná y Santa Fe. En sintonía con las preocupaciones por la relación entre la comunicación y la cultura, la investigación dirigida por Terrero analiza los cambios culturales que se han producido en relación con las innovaciones tecnológicas de los medios y las prácticas de ocio y consumo de bienes culturales ligados a aquellas innovaciones. Es patente el punto en común de preocupaciones de Terrero en torno a la relación comunicación-cultura, que ya habíamos visto en Caletti y Entel, aunque no hace hincapié en la dimensión política de manera explícita.

En cuanto al proyecto de Delfino, es un análisis de la relación comunicación-cultura sobre cuáles son las regulaciones que dan cuerpo a la gestión cultural de las instituciones Paraná y Santa Fe, así como de cuáles son los modos de intervención y participación de los sujetos. De esta forma, la dimensión política permanece ligada al horizonte de preocupaciones, aunque no como punto de partida de la investigación, o, al menos, no como en el caso de Caletti.

La profesora Kozak presentó en 2005 un que se ocupa de indagar las transformaciones que ocurren al calor de la “cultura audiovisual-electrónica” en las prácticas y consumos culturales de los jóvenes, más precisamente cómo los límites de la literatura y de otros lenguajes tienden a borrarse. Se trata de una investigación que se afinca en el horizonte de preocupaciones en torno a la cultura, pero no en cuanto a sus vinculaciones estrechas con la comunicación y la política. Podríamos decir, con cierto riesgo, que puede establecerse en la senda de las indagaciones de Terrero y Delfino, ligadas a los problemas de la cultura, los cambios tecnológicos y las regulaciones.

Por su parte, la profesora Ledesma presentó dos investigaciones, pero no hay continuidad entre ellas. La primera apunta a establecer una “estrecha correlación entre la formación cultural” y ciertas “prácticas discursivas”, así como también se pone el foco en el análisis de ciertos programas que aparecen en los medios de comunicación. En la segunda, la política aparece en términos de “políticas públicas”: las medidas de “gestión” que despliegan los institutos del Estado. El foco de la indagación apunta a las prácticas discursivas de los profesionales, que se constituyen a partir de las “políticas públicas” en torno a la infancia.

En lo que sigue, haremos una breve alusión a las intervenciones enunciativas de los docentes egresados de la carrera en su papel de directores de los proyectos de investigación. Esto comenzó en 2002, con El chisme como práctica comunicacional en sectores de pobreza, dirigido por la profesora Fasano. El proyecto se enfoca en el análisis de los procesos comunicacionales en los sectores populares, la comunicación comunitaria y los procesos de identificación, sin poner el acento en la faz política.

Los otros proyectos de investigación que se abocan a ejes casi exclusivos de la cultura son los presentados por el profesor Román: Viajeros europeos en Entre Ríos durante el siglo XIX. Configuración del discurso e imagen territorial (2005) y Discursos de viajeros europeos y cultura escrita en Argentina (1810-1910) (2009). Se trata de dos proyectos que se continúan de manera explícita, abocándose a reconstruir cómo los discursos de los viajeros constituyeron una argamasa cultural sobre la que abrevaron y emergieron los discursos científicos, sociales y educativos del siglo XIX en Entre Ríos.

Así, pues, además de tener proximidad con el diseño metodológico, interpretativo y exploratorio, las investigaciones de Fasano y de Román se ocupan de indagar en cuestiones relativas a la relación entre comunicación y cultura, pero no de la política.

En una relativa proximidad al estudio de las cuestiones de la cultura se ubica el proyecto de investigación novel de la docente egresada Carina Cortassa: Controversias tecnocientíficas: nuevos escenarios de las relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad, de 2011. En este proyecto se lleva adelante un estudio de caso (el Conflicto de las Papeleras en Gualeguaychú) para analizar la relación que los discursos científicos construyen en torno a la representación que la sociedad se hace de problemas ecológicos. En otros términos, el discurso tecnocientífico se derrama en los discursos y prácticas sociales, por lo que posibilita la puesta en juego de intervenciones enunciativas con ese sesgo. Tal y como puede verse, la cuestión política está a la vuelta de la esquina de los intereses del proyecto, aunque no ocupa un lugar central.

Los proyectos que hemos podido identificar que se encargan de indagar las cuestiones políticas son las investigaciones noveles de los docentes egresados González Lowy (Plan 1998), Adolescencia y política. Un estudio sobre las representaciones sociales acerca de la política en los adolescentes de Paraná. 2008/2009 (2008), por un lado, y, por el otro, de Marcelo D´Amico (Plan 1985): Formas de estructuración social en el capitalismo tardío. Hacia una lectura crítica de la sociología del riesgo y sus consecuencias en la periferia. Un análisis de las inundaciones de Santa Fe 2003 y 2007 (2011). Ambos proyectos se inscriben en las proximidades de una interrogación interdisciplinaria por cuestiones atinentes a la política: las representaciones de los jóvenes en torno a la política, en un caso, y la imbricación de los institutos del Estado, los problemas propios de la sociedad del riesgo del capitalismo contemporáneo y el papel de la prensa -aunque esto último en menor medida- respecto de las inundaciones ocurridas en la Ciudad de Santa Fe en 2003 y 2007.

Consideramos ahora dos proyectos de investigación dirigidos por docentes egresados, que además trabajan en Talleres de Audio: Víctor Fleitas y Ariel Levatti. La investigación de Fleitas vio la luz en 2007 y llevó por título Historias de aire (radiofonías entrerrianas; mientras que la de Levatti comenzó en 2009: La importancia de la música en la radio actual: observación y análisis del tema en la programación de emisoras de amplitud modulada de Santa Fe y Paraná (LT9, LT10, LT14 y Radio Nacional Santa Fe). Con sus respectivas diferencias, ambas investigaciones se abocan a indagar cuestiones relativas a la radio: en un caso, se trata de una historia del medio en la provincia de Entre Ríos, para reconstruir “el surgimiento y expansión”; mientras que en el otro caso se intenta repensar la relación de la música en el mensaje radiofónico y sus cambios, ya que, y aquí está la hipótesis, se ha desvinculado de su rol educativo. Se trata de los únicos dos proyectos de investigación presentados por docentes egresados que participan de los talleres (Audio-Imagen-Gráfica-Redacción), y se abocan a cuestiones ligadas a la comunicación en términos de una historia de los medios y en términos de reflexión en torno a las particularidades del mensaje radiofónico, respectivamente. Las cuestiones atinentes a la cultura y a la política no forman parte del horizonte de preocupaciones.

El proyecto de Liliana Petrucci, Las prácticas en los itinerarios de formación y en las experiencias laborales del comunicador social (2016), se orienta a analizar las prácticas de formación y profesionales de los graduados.

Luego de este recorrido, podemos identificar, en primer lugar, la continuidad de una línea de investigación en torno a la relación comunicación-cultura-política con cuatro proyectos y dos décadas (Caletti), alrededor de la cual se gestó un enfoque diferente pero próximo en preocupaciones (Entel), y otra línea que se abocaba al análisis de la cuestión política desde una perspectiva filosófica e interdisciplinaria (Giaccaglia). La política atraviesa las indagaciones de Caletti, Entel y Giaccaglia en relación con las transformaciones culturales y los procesos de constitución de subjetividades políticas. Estas líneas no fueron continuadas ni replicadas por los equipos de investigación que se conformaron en torno a ellas.

En segundo lugar, podemos trazar un camino que desandan las investigaciones de Terrero y de Delfino, cuya lente es la relación comunicación-cultura con foco en los consumos de medios masivos y prácticas culturales y en las regulaciones que los institutos del Estado despliegan para gestionar los espacios ligados a la cultura. Las cuestiones atinentes a la política no aparecen en primer plano, como en Caletti y Entel, sino que se relacionan con las preocupaciones centrales. Hablamos de las investigaciones de Fasano y Román, sobre todo, a la que debe sumarse la de Kozak. En cierta proximidad pueden incluirse en este nudo de problemas las investigaciones de Ledesma y Cortassa. Podemos ver cómo las cuestiones de los procesos de identificación, de la comunicación y la educación, etc., se entrecruzan y permean, pero no acentúan sus relaciones con la política; o bien, consideran a la política solamente en términos de aquellas regulaciones y “políticas públicas” del Estado, es decir, en términos de gestión.

En tercer lugar, la política va a inscribirse en las intervenciones enunciativas de investigación, pero a cierta distancia de sus vínculos con la comunicación y la cultura, o bien de manera menos patente. Las investigaciones de González Lowy y D´Amico se aventuran a indagar problemas de distinta índole, pero afincadas en problemas de la política. En cuarto y último lugar, las investigaciones en torno a la radio han aportado cuestiones que no estaban presentes en el derrotero que han tomado los estudios de Comunicación tal y como hemos reconstruido en las carreras de la UNER.

De todo ello cabe extraer tres conclusiones: por un lado, la merma de investigaciones que parten de la relación comunicación-cultura-política es inversa al crecimiento de proyectos que se abocan a la relación comunicación-cultura; por otro lado, falta continuidad en las investigaciones (con la excepción de las dos de Román, 2005 y 2009) que se han presentado, y, finalmente, si estas dos cuestiones se ponen en sintonía con la jubilación de los profesores, entonces también puede concluirse que hasta el momento no se han constituido ni consolidado nuevos equipos de investigación ni nuevas líneas de trabajo.

Proyectos de extensión

De los 47 proyectos de extensión analizados, 15 (32%) han sido dirigidos por 9 docentes egresados, y 32 (68%) fueron presentados por otros profesores. Los años en que presentaron más proyectos de extensión fueron 2013 con 11; 2007, con 9, y 2011, con 7, con la particularidad que en cada uno de esos años cuatro de los proyectos fueron dirigidos por docentes egresados. La docente egresada Lucrecia Pérez Campos y el profesor Oscar Bosetti son los que más proyectos de extensión han dirigido: cuatro cada uno.

Es posible identificar en un buen conjunto de proyectos: por un lado, algunas líneas de extensión relacionadas a algunos actores sociales como los jóvenes, los adultos mayores, las personas privadas de su libertad y las personas no videntes. Por otro lado, podemos identificar otro conjunto de proyectos de extensión ligados, sobre todo, a departamentos, áreas, cátedras e incluso a proyectos de investigación.

Respecto del primer conjunto de proyectos, podemos mencionar los que trabajan con jóvenes a partir de situaciones de interacción para modificar las posiciones en que la sociedad los sitúa y que ellos reproducen.

Es posible identificar en un buen conjunto de proyectos: por un lado, algunas líneas de extensión relacionadas a algunos actores sociales como los jóvenes, los adultos mayores, las personas privadas de su libertad y las personas no videntes. Por otro lado, podemos identificar otro conjunto de proyectos de extensión ligados, sobre todo, a departamentos, áreas, cátedras e incluso a proyectos de investigación.

Respecto del primer conjunto de proyectos, podemos mencionar los que trabajan con jóvenes a partir de situaciones de interacción para modificar las posiciones en que la sociedad los sitúa y que ellos reproducen, como los que presentaron Karina Arach Minella, Laura Rozados, Arturo Firpo, Claudia Rosa, orientados a comunicación comunitaria, noviazgo, sexualidad, género y violencia, identidades barriales4.

Las articulaciones sociales educativas también son propuestas en los proyectos dirigidos por Alexis Chausovsky y Alicia Naput5.

La docente egresada Aixa Boeykens ofrece en sus proyectos una perspectiva que pone el acento en niños y jóvenes y en los barrios6, y articulan relaciones con los estudiantes universitarios y las escuelas secundarias involucradas.

Otros actores sociales con los que –y a partir de los cuales– los extensionistas han trabajado son los adultos mayores, con proyectos de Patricia Fasano, Rosario Montiel y Auroria Ruiu7.

En cuanto a las personas privadas de libertad, podemos identificar una clara continuidad, una línea de extensión, en los cuatro proyectos dirigidos por la docente egresada Lucrecia Pérez Campos8.

Finalmente, los cuatro proyectos dirigidos por el profesor Oscar Bosetti, dan cuenta del aporte del lenguaje radiofónico al aprendizaje de las personas no videntes o con visión reducida9. A partir de esa premisa, se conformó una Biblioteca Parlante propia (2004, 2007 y 2009), y se distribuyeron los materiales a otras instituciones del país (con el proyecto de 2011). Se trata de contribuir al reconocimiento pleno de a través de la accesibilidad académica.

Los proyectos de extensión mencionados trazan un hilván que descansa, a nuestro entender, en una pregunta común: ¿es posible realizar intervenciones para modificar las relaciones de poder que se ejercen sobre o constituyen a estos actores sociales? Estos proyectos de extensión intentan lograr un cambio de reconocimiento para con algunos de los actores que sufren diferentes violencias en las comunidades de las que son parte; violencia que reproducen, por un lado, el Estado a través de sus instituciones, y, por el otro, el sistema capitalista, lo que se pone en tela de juego desde las intervenciones que realizan los proyectos de extensión. En otros términos: se pone el foco en resignificar, en trastocar, las posiciones asignadas a los actores sociales mencionados.

Por ello, los proyectos de extensión de la profesora Delfino ofrecen algo así como un marco de análisis de aquellas relaciones y, así, vinculan teoría y praxis ya que guardan relación con el proyecto de investigación (Regulaciones culturales: comunicación e instituciones en las ciudades de Paraná y Santa Fe, de 2000)10.

En relación con lo que hemos analizado, el proyecto dirigido por la docente egresada Marianela Morzán Organizaciones sociales y comunicación (2011), se dirige hacia las organizaciones sociales entrerrianas (sin especificar un actor social específico), para trabajar sobre los problemas “prioritarios” para la comunidad11.

A partir de lo mencionado, el hilván del que hablamos habilita a pensar que los proyectos y actividades de extensión sitúan la Comunicación como un proceso de interacción que propicia la reflexión y la autonomía de los participantes, para cambiar su situación. Esto vale para tanto para aquellos proyectos que se enmarcan explícitamente en la línea de la comunicación comunitaria, como para aquellos que se asientan sobre el periodismo popular, la integración de los actores que viven en barrios marginales, etc.

De nuestro análisis, circunscribimos otro grupo de proyectos y actividades de extensión, menos homogéneo en sus preocupaciones. En este conjunto podemos distinguir las intervenciones que apuntan a todo tipo de actores sociales. Por otro lado, también podemos identificar proyectos que suponen cierto cúmulo de saberes o intereses específicos por parte del público: los técnicos12.

Artículos en las revistas académicas de la institución

De los 33 artículos publicados en Del prudente… que hemos analizado, 16 (48,5%) están ligados a proyectos de investigación (11 de docentes egresados, 3 de graduados y 2 de docentes de la carrera). Por su parte, en El Cardo la proporción es menor: de los 38 artículos analizados, solamente 5 (13,16%) está ligado a proyectos de investigación. En Del prudente… se publican más textos vinculados a proyectos de investigación, de extensión a tesis de licenciatura y/o seminarios de posgrado de los que se publican en El Cardo, en la que predominan los textos ensayísticos.

En nuestro corpus de 33 artículos publicados en Del prudente…, la relación de artículos publicados por número y artículos ligados a proyectos de investigación disminuye número a número. En relación con los textos cuya autoría corresponde a los docentes egresados, la publicación de artículos ligados a proyectos de investigación disminuye en cantidad y proporción a partir del número 7 de la revista, es decir, desde el 200513.

A partir de los números siguientes, la cantidad de artículos publicados por número de la revista se incrementa, pero disminuye la proporción de docentes egresados que publican (tiene lugar una mayor participación de docentes de otras universidades, nacionales e internacionales), y, sobre todo, dejan de estar ligados a proyectos de investigación14.

En el caso de los profesores de la carrera, solamente publicaron artículos en dos números de Del prudente15.

En el caso de la revista El Cardo, los artículos publicados por los docentes egresados, los profesores, y los egresados de Ciencias de la Información y de Comunicación Social son menos en relación con el total de textos publicados por cada número de la revista. Además, la cantidad de artículos de aquellos que tienen relación con proyectos de investigación son escasos16.

En el caso de los profesores que dictan clases en la carrera de Licenciatura en Comunicación Social que publicaron en El Cardo, solamente 2 artículos tienen relación con proyectos de investigación; en el caso de los egresados de Ciencias de la Información y/o Comunicación Social, solamente 1 artículo estaba relacionado con proyectos de investigación17.

A partir de lo analizado, podemos concluir que el abanico de cuestiones trabajadas en los artículos publicados es más diverso que las líneas de investigación, lo que se manifiesta en la disminución de artículos relacionados con proyectos de investigación a partir de 2005. Asimismo, el proceso de consolidación del campo de los estudios en Comunicación está ligado a, por lo menos, otras dos cuestiones: en primer lugar, a la estrategia de los investigadores, que, a la hora de publicar, seleccionan las revistas especializadas (y también las que tienen una indización más alta) o las que solicitan textos con ejes específicos, afines a sus intereses de trabajo. En segundo lugar, está vinculado con la profesionalización ascendente de la carrera de investigador, que está ligada indisociablemente a los estudios de posgrado (maestrías, doctorados), que van de la mano con la publicación de los trabajos que se confeccionan para los seminarios que deben cursarse en los números 7 y 8 de Del prudente saber…, de 2012 y 2013, respectivamente, se publican 5 artículos vinculados a trabajos de seminarios y tesis de posgrado. Asimismo, en relación con ambas cuestiones, estrategia y profesionalización, también se publican artículos que reseñan las tesis de licenciatura.

Lo anteriormente señalado es concomitante con otra cuestión: los artículos publicados no tienen el foco puesto en la política, o, mejor dicho, estas preocupaciones se entretejen con las de la cultura y sus distintas manifestaciones (historia de la literatura, de la ciencia, semiótica, innovaciones tecnológicas, etc.). Quizás sea en El Cardo el lugar en que la política cobra mayor notoriedad, en la mayoría de los casos de la mano de las cuestiones de la educación, aunque con alguna excepción respecto de la comunicación (como son, por caso, los textos del docente egresado Juan Manuel Giménez).

Conclusiones

A partir de los derroteros reconstruidos, cabe retomar las siguientes conclusiones. En cuanto a los Planes de Estudio, la gran discontinuidad se establece en el cambio del Plan 1980 al Plan 1985. Se trata del pasaje de un plan de estudio con apoyaturas en un humanismo católico nacionalista y en una concepción instrumental de la información a una currícula cuyos pivotes implicaban, por un lado, una doble concepción de la comunicación (en tanto proceso complejo y multifacético y en tanto dimensión de lo social que reclama un tratamiento específico que excede a los límites disciplinares de las ciencias sociales ya instituidas); por otro lado, intentos concomitantes de especificidad como de dispersión. Finalmente, un tercer pivote es la curricularización de la intervención profesional, ausente en el anterior plan.

Por su parte, en el Plan 1998 se constata la profundización del curso iniciado por el Plan 1985, no solamente en torno a la complejidad de la concepción de la comunicación ‒a la que se plantea como un campo no disciplinario‒, sino también en cuanto a que el sujeto de conocimiento que se esboza es aquel que debe articular el conocimiento científico y el ejercicio de la profesión con la defensa de los derechos humanos. En otras palabras, hay un entrelazamiento explícito de ciencia y política.

Respecto de los programas de cátedra, en el Plan 1980 las materias hacen hincapié, por un lado, en las ciencias de la información y la concepción instrumental y empirista que se desprenden de ellas para la construcción de conocimiento y para la disposición y aplicación de la información; y, por otro lado, en una concepción formalista y estructuralista del lenguaje, ligada a las ciencias mencionadas.

A tono con la presencia de la intervención profesional en el Plan 1985, podemos distinguir los talleres y las materias, las que a su vez se ramifican en las que atañen a otras ciencias, los idiomas y a lo comunicacional en sus aspectos profesionales, por un lado, y teóricos, por el otro.

En cuanto al Plan 1998, el horizonte de los programas de las cátedras da cuenta de un proceso de sedimentación en el que se esboza a la comunicación como un campo no disciplinario resultado de la convergencia de distintas teorías, cuyo foco visibiliza un haz de problemas y cuestiones científicas, profesionales e históricas. En otras palabras, este proceso de sedimentación y consolidación logra abrir un abanico de perspectivas y de incumbencias de lo comunicacional.

Es proceso se detecta también a la hora de analizar el corpus de las Tesis de Licenciatura, que arroja como saldo el incremento, a través de los tres planes de estudio, de aquellas dedicadas a Procesos de Identificación, Comunicación Institucional/Organizacional, Comunicación y Cultura y Comunicación y Educación. Este incremento se acentúa entre los años 2001 y 2013, al calor de los problemas políticos y su vínculo con la cultura, de la inserción laboral en empresas estatales y privadas de quienes egresan y, además, de las transformaciones tecnológicas ligadas a la comunicación.

Asimismo, el mencionado espesor de los estudios en Comunicación, que sedimentó en el paso de los planes 1985 a 1998, se replicó en nuevas problematizaciones en las tesis, ya que emergen las que se inscriben en Comunicación y Arte, Comunicación y Salud y Comunicación y Ciencia/Divulgación Científica. Es importante tener presente que las tesis acerca de Medios de Comunicación han mantenido una proporción regular respecto del total de tesis de cada Plan.

En lo que hace a los Proyectos de Investigación, las líneas de trabajo que se han mantenido y continuado a lo largo de los Planes 1985 y 1998 son las de Caletti y Giaccaglia, vinculadas a la política, si bien desde distintos enfoques. En este punto, la conformación explícita en el Plan 1985 y sus materias respecto del vínculo entre conocimiento científico, ejercicio profesional y la intervención política operan como telón de fondo de las líneas de investigación mencionadas, así como de otros proyectos.

El proceso de consolidación y sedimentación que abre el abanico de injerencias de lo comunicacional hacia distintas perspectivas, señalado en el paso del Plan 1985 y 1998, se plasma en la diversificación de los problemas de investigación que se manifiesta y acentúa desde el 2002, con la llegada de los docentes graduados de la Carrera y con las posibilidades que brinda el formato de Proyecto Novel con Asesor.

En cuanto a los Proyectos de Extensión, debemos mencionar la importante presencia de directores que son docentes egresados de la Carrera, por un lado; y, por el otro, que las principales líneas de extensión están vinculadas a actores sociales en cierta posición de vulnerabilidad (los jóvenes, los adultos mayores, las personas privadas de su libertad y las personas no videntes), y a departamentos, áreas, cátedras e incluso a proyectos de investigación. Desde nuestro punto de vista, este abanico de actores visibilizados y de articulaciones institucionales atañe a la diversificación que resulta del proceso de sedimentación fraguado en el paso del Plan 1985 al 1998.

Finalmente, los artículos publicados en las revistas académicas de la institución son de variada índole, aunque en Del prudente… se publican más textos vinculados a proyectos de investigación y de extensión, a tesis de licenciatura o a trabajos de seminarios de posgrado; mientras que entre los que se publican en El Cardo predominan los textos ensayísticos. La cantidad y diversidad de trabajos de investigación, extensión y de tesis de licenciatura (así como de la inserción de egresados en posgrados), encuentra en las revistas un lugar de visibilidad institucional para la comunidad académica y científica, así como para el público en general.

Referencias

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Valdettaro, S. (2005). Epistemología de la Comunicación. Una introducción crítica. Rosario: UNR Editora.

Notas

[←1]

Presentamos aquí los resultados de un Proyecto de Investigación. Si bien este trabajo lleva mi rúbrica, la tarea fue conjunta y codo a codo con Juan Pablo Gauna, Martín Maldonado y Facundo Ternavasio, a quienes agradezco enormemente la oportunidad de haber compartido equipo con tamaños docentes e investigadores.

[←2]

No existen graduados que hayan accedido al ejercicio de la docencia en la carrera de Licenciatura en Ciencias de la Información, simplemente por los plazos de egreso y la caducidad del Plan 1980.

[←3]

El nombre de la publicación proviene de una intervención del semiólogo francés Roland Barthes en El placer del texto: “Esta experiencia creo que tiene un nombre ilustre y pasado de moda, que osaré aquí tomar sin complejos, en la encrucijada de su etimología: Sapientia: ningún poder, un poco de prudente saber y el máximo posible de sabor”. Cf. https://www.fcedu.uner.edu.ar/?page_id=25090.

[←4]

De la docente egresada Karina Arach Minella: Comunicación y juventudes: tramando medios (2011) y Tramando Medios Veinte Trece: comunicación comunitaria, producción colectiva y juventudes (2013); el primero se propone formar jóvenes de distintas escuelas de nivel medio de Paraná y Santa Fe para que puedan producir y gestionar medios de comunicación comunitaria, para lograr “transformaciones concretas de la comunidad”; mientras que el segundo consiste en una jornada de “maratón comunicacional” para elaborar colectivamente mensajes con el propósito de “[…] difundir los derechos de comunicación como requisito ineludible de la experiencia comunicativa en la comunidad” (FCEDU, UNER, 2016b, p. 75).

De la profesora Laura Rozados: El taller vivencial como una estrategia de prevención de los noviazgos violentos. Sexualidad, género y violencia (2003); Estrategias de prevención de los noviazgos violentos: sexualidad, género y derecho (2007), y “En una relación complicada”. Jornadas de sensibilización sobre la violencia en los noviazgos (2013); los proyectos ponen el acento en los noviazgos violentos de los jóvenes y en las estrategias de prevención.

Del profesor Arturo Firpo: Por un urbanismo integrado: identidades barriales en la ciudad de Paraná (2002), Por un urbanismo integrado: Las Ciencias Sociales y el Arte al servicio de la integración (2005), y Poesía en la calle (2007). Los dos primeros estuvieron abocados explícitamente a “[…] incidir activamente en los procesos de integración, de reducción de la fragmentación y la violencia social de los jóvenes escolarizados que viven en condiciones de pobreza y exclusión” (FCEDU-UNER, 2016b, p. 4); mientras que el tercero pone el acento en la “participación creativa” de “públicos amplios”.

De la profesora Claudia Rosa: Identidad y Culturas populares: la historieta de tema gauchesco como recurso didáctico en escuelas urbano-marginales (2005), que está próximo a las preocupaciones por los jóvenes de escuelas marginales de la ciudad de Paraná. El proyecto tenía por meta contribuir a la reflexión en torno a la “historia de la violencia y de la marginalidad” en la Argentina, desde la perspectiva de la Literatura, la Semiótica y los procesos culturales.

[←5]

Del docente egresado Alexis Chausovsky: Apoyo escolar desde la educación escolar (2013). Fue una actividad que se desarrolló en el Complejo Escuela Hogar Eva Perón de Paraná. Su finalidad fue llevar adelante encuentros educativos con niños y jóvenes en edad escolar, para contribuir en los procesos de integración y de inserción en la educación formal.

De la profesora Alicia Naput: Experiencias cinematográficas, territorios del cine: Descubrir, explorar y actuar(en) el mundo (2013). Realizó actividades lúdicas y de capacitación en torno al cine en algunas escuelas de Paraná y se articuló con proyectos institucionales ya existentes en ellas. Asimismo, el equipo de trabajo organizó encuentros para proyectar películas con temáticas acordes a cuestiones de la juventud, con la presencia sus directores para promover el intercambio en torno a la realización.

[←6]

Los proyectos se enmarcan en el Taller de Producción Periodística, más precisamente, en el Taller de Periodismo Popular que se dicta en el salón de la Comisión Vecinal Antonio Gaucho Rivero (Paraná), destinado a niños y jóvenes en situación de pobreza y marginalidad: Periodismo popular: práctica de los derechos ciudadanos en niños y jóvenes (2007), Periodismo en la Universidad y la Escuela Media: -Mal de ojos, mirar fuerte los temas que nos comprometen-, una publicación para estimular la reflexión y promoción de los derechos ciudadanos en adolescentes y jóvenes (2009), y Periodismo en la universidad y la Escuela Media: desarrollo de producciones comunicacionales (2011). El taller llevó adelante un proceso de educación no formal orientada al periodismo popular con quienes concurren, cuyo principal acento estaba dado en la práctica de los derechos ciudadanos.

Durante el transcurso de estos proyectos se extendió el desarrollo de las actividades a la Facultad, para lograr intercambios entre los estudiantes secundarios y universitarios, entre las escuelas medias y la Facultad. Las actividades se coronan con la preparación y publicación de la revista Mal de Ojos: Mirar fuerte los temas que nos comprometen, así como también de boletines del Taller de Periodismo Popular en el mencionado barrio paranense, el periódico escolar El Faro (Liceo Paula Albarracín de Sarmiento, Paraná) y un taller de radio (Escuela N° 47 de Hasenkamp).

[←7]

De la docente egresada Fasano: Comunicación comunitaria: haciendo la radio (2004), estaba abocado a mejorar la calidad de vida de la comunidad del barrio Belgrano de la ciudad de Paraná mediante una radio comunitaria, a partir del trabajo con la Asociación de Club de Madres y Abuelas.

De Rosario Montiel: Alas a las aulas (2004), proponía nutrir y ampliar las actividades educativas del Departamento de la Mediana y Tercera Edad de la Facultad, para “Sensibilizar a la población en general acerca de los beneficios de mantener una vida activa y plena en la mediana y tercera edad” (Proyectos de Extensión, 2016: 19).

De la docente egresada Aurora Ruiu: Viejas historias: memoria barrial y tercera edad (2007), buscaba la revalorización de las personas de la tercera edad de los barrios Belgrano y La Floresta (ambos de Paraná), para modificar su significación en la comunidad que integran. La profesora Ruiu también presentó en 2013 el proyecto Participacion, Asociativismo y Educación Permanente, enfocado en la iniciativa de la educación e integración de los adultos mayores como sujetos políticos. A partir de allí, el proyecto tuvo por cometido potenciar el Centro Promotor de la Participación (CEPROPAM), que nuclea los proyectos destinados de participación comunitaria de los adultos mayores y fomenta la solidaridad intergeneracional; reforzar las Aulas Abiertas Itinerantes (AAI), que consisten en experiencias descentralizadas de educación permanente y no formal con adultos mayores en barrios de la Paraná y otras localidades de la provincia, y, finalmente, fomentar el vínculo interuniversitario para incentivar el intercambio internacional y marcar una mayor presencia en la Red Iberoamericana de Programas Universitarios con Adultos Mayores.

[←8]

Los proyectos –Comunicación Comunitaria: palabras sueltas… en la cárcel (2006); Comunicación Comunitaria: palabras sueltas… en la cárcel (2007); Comunicación Comunitaria en la cárcel (2009) y Comunicación comunitaria en la cárcel: promoción de instancias de comunicación, juego y creatividad en contextos de privación de la libertad (2011)– se ocupaban de realizar talleres con las personas privadas de su libertad; su propósito era ampliar las posibilidades de comunicación y promover los modos de expresión.

[←9]

Proyectos: Biblioteca parlante: mirá lo que te digo (2004, 2007 y 2009) y Biblioteca parlante de distribución nacional: mirá lo que te digo (2011).

[←10]

Proyectos de extensión: Regulaciones culturales y prácticas antidiscriminatorias y antirrepresivas. Violencia y vida ciudadana (2004) y Regulaciones culturales y prácticas antidiscriminatorias (2007).

Los proyectos de extensión aluden a que las reflexiones en torno a la relación comunicación-cultura visibilizan las operaciones hegemónicas en torno a la constitución de identidades y, a la vez, hacen foco en la “[…] relación entre desigualdad y diferencia en la producción de regulaciones culturales y sus alcances en la articulación de formas de autoridad y dominio” (Proyectos de Extensión, 2016: 6).

[←11]

Es probable que sea este el proyecto con menos especificidad respecto de cuáles son los actores sociales destinatarios de la extensión universitaria, aunque conserva la perspectiva de la comunicación comunitaria como punto de partida.

[←12]

Del docente egresado Juan Manuel Giménez, a cargo del Taller de Diseño y Administración de Proyectos Culturales: Taller abierto sobre diseño editorial aplicado a la elaboración de revistas de difusión cultural (2013). Esta actividad consistió en encuentros que brindaron asistencia para desarrollar una revista cultural, sobre todo los conocimientos y decisiones editoriales y tipográficas y se articulaba con la Biblioteca Popular Caminantes, el Área de Comunicación Institucional (ACI), el Área de Comunicación Comunitaria (ACC), estas últimas como áreas de la FCEDU. Se relaciona explícitamente con el proyecto de extensión de Morzán Organizaciones sociales y comunicación.

Hay también proyectos que ponen en juego lenguajes específicos para producir piezas comunicacionales, sin pensar en una intervención política para con actores sociales. Se trata de dos proyectos presentados por docentes de los talleres de Imagen: Programa televisivo de emisión semanal en TV abierta ‒Calidoscopio‒ (2005), dirigido por el docente egresado Pablo Feulliade, y Programa de Televisión “Zona de Investigación” (2013), dirigido por el profesor Gustavo Hennekens. Se trata de dos proyectos que se proponen llevar adelante piezas comunicacionales destinadas a la televisión, sin continuidad entre ellas.

De la profesora Gabriela Bergomás, a cargo del Taller de Planificación y Producción en Comunicación y Educación: Planificación y Producción de Materiales Educativos para la promoción de la Seguridad Alimentaria (2013). Se realizaron talleres en cuatro ciudades de Entre Ríos (Paraná, Concordia, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay), para formar personal técnico de las áreas bromatológicas municipales y brindar herramientas que permitan elaborar materiales educativos ‒para fortalecer la seguridad alimentaria y la salud‒, desde la perspectiva de la relación Comunicación/Educación, punto de partida del taller.

Los proyectos de extensión dirigidos por el profesor Luis Lafferriere –Por una nueva economía humana y sustentable (2007) y Por una nueva economía humana y sustentable (2009)– consisten en el dictado de talleres en los que se propicia el debate en torno al “modelo neoliberal” y a la búsqueda de alternativas.

Finalmente, el proyecto dirigido por el profesor Gustavo Lambruschini, Observatorio crítico de medios (2006), consistió en el relevamiento y análisis de distintas noticias de la prensa local –el Conflicto de las Papeleras, por ejemplo– en términos de una crítica de la ideología.

[←13]

El número 1 de la revista, publicado en 1999, contó con 7 artículos en total, de los cuales 4 fueron publicados por docentes egresados, y los 4 están relacionados con proyectos de investigación (1 de ellos pertenece a un proyecto dado de baja; 1 pertenece a un proyecto ligado a Educación). El número 2 (2000) contó con 6 artículos, y 2 corresponden a docentes egresados, ambos ligados a proyectos de investigación; el número 3 (2011), 6 artículos en total, 4 de docentes egresados, 3 relacionados con proyectos (2 de Comunicación, 1 de Educación); en el número 4 (2004) se publicaron 4 artículos, y solamente 1 de un docente egresado, aunque sin relación con proyectos de investigación; mientras que en el número 5 de la revista (2005) se publicaron 7 artículos, de los cuales 4 fueron escritos por docentes egresados: 2 ligados a proyectos de investigación y 1 ligado a proyecto de extensión.

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El número 6 (2008) contó con 10 artículos, de los cuales ninguno pertenecía a docentes egresados; el número 7 (2012), 15 artículos, 3 son de docentes egresados, pero ninguno de estos en relación con proyectos de investigación; mientras que el último número que analizamos, el 8 (2013), contó con 1 artículo de docente egresado, pero sin vínculo con proyecto de investigación.

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En el número 1 de la revista (sobre un total de 7 textos), publicó 1 artículo, que está ligado a investigación (Educación); mientras en el número 4 (sobre un total de 4 textos), se publicaron 2 artículos de profesores, 1 ligado a proyectos de investigación (Educación). Finalmente, en el caso de los egresados, en el número 2 (sobre un total de 6 textos) se publicaron 2 artículos de egresados, 1 de los cuales está ligado a proyectos de investigación (Educación); mientras que en el número 6 (que contiene un total de 10 textos) se publicaron 2 artículos, ambos ligados a proyectos de investigación (1 a proyectos de Educación)

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En el caso de los docentes egresados, los artículos de este tipo son dos: 1 que apareció en el número 9 (2005; sobre un total de 13 textos, 2 pertenecen a docentes egresados), y 1 que se publicó en el número 11 (2010; sobre un total de 18 textos, 3 son de docentes egresados). Estos 2 artículos fueron publicados por docentes egresados que han sido directores de proyectos de investigación: Fasano y Román, y que, además, publicaron artículos en las dos revistas. Los otros docentes egresados que publicaron en ambas revistas son Enrique Raffin y Marcelo Bechara.

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De los artículos de profesores, 1 se publicó en el número 5 (1999; sobre 16 textos, de los cuales 4 fueron de autoría de estos profesores), y tenía relación con proyectos de Educación; mientras que el otro se publicó en el número 10 (2007; sobre 16 textos, de los cuales 3 pertenecen a profesores).

Con respecto al artículo de un egresado, se publicó en el número 7 (2011; que contaba con 17 textos), también ligado a Educación.