Austral Comunicación

ISSN-L 2313-9129

ISSN-E 2313-9137

Volumen 13, número 1, 2024

e01304

 

Tiziana Terranova

Cultura de la red. Información, política y trabajo libre

Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Tinta Limón, 2022

ISBN 978-987-3687-87-7

DOI: https://doi.org/10.26422/aucom.2024.1301.day

Publicado: 7 de junio de 2024.

RESEÑA

La traducción de Cultura de la red. Información, política y trabajo libre, originalmente publicado en inglés, en 2004, por Tiziana Terranova, demuestra que los interrogantes sobre la relación tecnología-sociedad persisten aun con el rápido avance de la innovación. Los cambios acelerados en las plataformas y herramientas de comunicación generan, según Terranova “una sensación de que cada esfuerzo por comprender o mapear este extraño nuevo mundo debería ocurrir siempre al borde de una obsolescencia programada” (p. 11).

La autora tiene un Doctorado en Medios y Comunicaciones del Goldsmiths' College de la Universidad de Londres (1996). Es profesora e investigadora en cultura, medios de comunicación digitales y política en la Universidad de Nápoles-“L’Orientale”. Además, como activista y conferencista ha participado en eventos como “Congreso Futuro” (Chile, 2019).

El libro está organizado en cinco capítulos, en los que Terranova se propone como objetivo principal describir los cambios sustanciales en la tecnología de redes durante el siglo veinte, discernir formas de control y de construcción de poder, y a su vez, señalar las posibilidades para la acción y la participación políticas.

En el primer capítulo, titulado “Tres proposiciones sobre las culturas informacionales”, Terranova sostiene que el concepto de información tiene un trasfondo histórico, relacionado con el surgimiento de la radio, la telefonía y la televisión. Además, entre las teorías de la comunicación, de la cibernética y de la biología se sugiere que “la información constituye la base misma de nuestra existencia biológica” (p. 28). La autora plantea que la comunicación no es el contenido de un acto entre emisor y receptor, lo que surge de propiedades de la información como la intangibilidad, la facilidad de copia y propagación facilitados por la tecnología actual, sino “una relación entre ruido y señal”. Es decir, se trata de una dinámica que incluye “las fluctuaciones y microvariaciones, las emergencias entrópicas, la retroalimentación positiva” (pp. 27-29). Este fenómeno explica el surgimiento de un ambiente informacional, con un patrón de contacto, en el que puntos de una red se relacionan con otros, y forman así topologías informacionales inmersivas y multidimensionales (pp. 31- 32). Como consecuencia, diversas tecnologías y diferentes tipos de agentes se comunican en este nuevo ambiente.

De esta forma, la comunicación se entiende como lo que describe Michael Serres en una cita del libro, para quien “mantener un diálogo es suponer un tercero y buscar excluirlo” (Terranova, 2022, p. 40). Es decir, la posibilidad de comunicación se vincula con la probabilidad de que un mensaje se produzca a pesar del ruido, y de las complejidades del ambiente informacional.

Por esta razón, en el segundo capítulo, titulado “Dinámica de la red”, Terranova repasa los inicios de Internet como sistema sociotécnico, esto es, como conjunto de protocolos interrelacionados (Transmission Control Protocol o TCP, e Internet Protocol, o IP), y especificaciones que van más allá del hardware de las computadoras, los servers y los cables (pp. 72-75). A su vez, el desarrollo de Internet coincidió con el inicio de la globalización, y el surgimiento de un tiempo global que transformó las realidades de las localidades. 

En el capítulo tres se refiere al trabajo libre o gift economy, no solamente porque es gratis –gift, en inglés, significa tanto regalo como don–, sino porque se basa en el talento y creatividad de las personas. El trabajo del conocimiento empieza como una pasión, se confunde con el juego, y transforma así las estructuras laborales tradicionales (p. 117). En este punto, el libro de Terranova se acerca a las preocupaciones que Pekka Himanen, junto a Linus Torvalds y Manuel Castells abordaron en el icónico libro La Ética Hacker (2001). En ese libro, los autores analizaron Internet como nuevo campo de transformación productiva y social, ya que cobra centralidad la figura del hacker o programador como creador de productos y servicios en la web. Por lo tanto, este capítulo contiene una reflexión sobre la base de la economía del conocimiento, o digital, que se sustenta en agregar valor a partir de la creatividad.

El capítulo cuatro se titula “Control blando” y alude a la biocomputación como disciplina que permite conectar humanos con máquinas para dar lugar a un sistema autoorganizado. Este sistema engendra movimiento emergente (es decir, comportamiento que no ha sido programado u ordenado) (p. 155). Por lo tanto, las nuevas formas de producción de la economía digital requieren estrategias flexibles de valor y control, a las que Terranova cataloga como máquina (abstracta) de control suave.

En el capítulo cinco, titulado “El biopoder de la comunicación”, Terranova sostiene que la matriz de comunicación global tiene el poder de “deshacer lazos en la medida en que el tiempo global y el impacto de las tecnologías de la información en el espacio entran en conflicto con formas de comunidad (p. 216). Esta línea de argumentación también coincide con los análisis de Castells, quien plantea una tensión entre la construcción de identidad y sentido del “espacio de los lugares”, y la de los flujos globales de Internet. Pero la utilización de Terranova de un concepto foucaultiano como “biopoder” implica un análisis de la comunicación preocupado por formas de control que no se ejercen a partir de la coerción o la violencia, sino que se dan con cierta capilaridad. Es decir, el control y la retroalimentación -o feedback- que requiere el nuevo ambiente informacional se produce y reproduce en la sociedad, la cultura.

En síntesis, si para Terranova existe una cultura informacional no es porque consumimos y producimos más información que antes, sino porque los procesos culturales están adquiriendo características informacionales (ruido, entropía, fluctuaciones). Y una cultura de la red no es una entidad simple, sino que tiene diferentes dimensiones, como la fragmentación del entorno informacional -el fin de la “masa” como una audiencia homogénea, definida por la televisión y la radio- y su reemplazo por micro audiencias, y por una comunicación horizontal (como la de las comunidades online) (pp. 219-223). Tal descripción confirma lo que Castells define como el paso de una comunicación de medios masiva a una comunicación masiva individual (mass-self communication). La primera implicaba una uniformidad de los mensajes y las fuentes, y la segunda, una autosegmentación a medida del universo mediático.

Por último, entre las dimensiones de esta cultura de la red, Terranova incluye la de la micropolítica de la red, es decir, las posibilidades de “un nuevo modo político que empiece con los afectos”, a pesar de, o debido a esta fragmentación de las audiencias (pp. 230-231). La autora toma el sentido spinoziano del término “afectos” para aludir a una política que se construye desde las emociones, y alrededor de lo común.

En cuanto al panorama bibliográfico, el libro se inserta en trabajos similares a Protocol: How Control Exists After Decentralization de Alexander Galloway (2004), o La Hipótesis Cibernética de Tiqqun (2005), lecturas imprescindibles para entender el impacto de la arquitectura de la información y la tecnología en procesos de la comunicación actual.

 

Magdalena Day

https://orcid.org/0000-0003-0025-9912

Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Mendoza, Argentina

magdalena.day@gmail.com

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