Austral Comunicación
ISSN(e) 2313-9137
Volumen XII, número 1- Junio de 2023
José Luis Fernández
Una mecánica metodológica para el
análisis de las mediatizaciones
Buenos Aires: La Crujía, 2023, pp. 312.
ISBN
978-987-601-318-5
DOI: https://doi.org/10.26422.aucom.2023.1201.val
RESEÑA
Metodología, escritura y política. Historia de una lectura
Esta es una reseña y una historia de la lectura para mí, que me develó, après‑coup, la enseñanza de José Luis Fernández. Su escritura activó, una marca mnémica hojaldrada ‑el hojaldre, noción tan cara al autor‑ que le dio sentido a mi primitiva experiencia con las texturas: la destreza de las manos de mi padre con los tipos móviles, su guardapolvo de tipógrafo azul-gris del colegio salesiano, el olor de la tinta sobre el papel, el ensordecedor repiqueteo de las enormes máquinas de impresión gutenbergianas, la ligereza del papel de los formularios continuos, el jabón, el aserrín y la delicada latita azul de crema Nivea. El sentido ‑tal como viene repitiendo, insistentemente, el autor‑ comienza por las texturas.
Ese mundo de la imprenta familiar de la infancia me advino, al encontrarme con la portada de esta “mecánica metodológica”. Nunca tan bien puesto ese significante ‑“mecánica”‑ junto al diseño constructivista de colores saturados de la portada de este libro. José Luis Fernández tiene el objetivo de configurar una caja de herramientas para el análisis de las mediatizaciones. Nunca tan bien puesto ese significante “mecánica” en tanto se trata, acá, en esta escritura, de un despliegue artesanal de los desafíos en que nos coloca la semiosis de la época.
Enseguida, un efecto transferencial: plantea el autor que deberíamos dejar de cegarnos con nuestra compulsión macro para poder captar los poderes alternativos, hojaldrados, que circulan inadvertidos hasta que algo, en la vida social, estalla. Lo retoma, luego, enfatizando que no es el sistema -capitalista, u otros- el que se expresa en la mediatización, “sino que es la mediatización la que construye, entre otras dimensiones, al sistema capitalista” (p. 34). Son solo comentarios rápidos, fugaces, pero en los que se encuentra, cifrado, un manifiesto entero contra el pesimismo de la época. De ahí su insistencia en detenernos -en tanto investigadores- en la filigrana de la materialidad mediática de los intercambios discursivos para poder distinguir, en ese “magma sociocultural” ‑la expresión es del autor‑ las peculiaridades de los diversos ecosistemas que nos rodean (p. 28).
Hay una pregunta insidiosa, molesta, que
implica un posicionamiento crítico deconstructivo de nuestros propios hábitos
metodológicos. Plantea y en relación, en este caso, con la política y las
redes: “… ¿qué aspecto, qué tipo de práctica de las múltiples que se encuentran
en esas plataformas, se puede relacionar, más o menos directamente, con la
política?” (p. 34). Tratar de responder esa pregunta, que parece inocente,
implicaría un cambio revolucionario en la posición de observación. Esto
supondría aprender a flotar, para evitar ahogarnos, en las turbulencias de los
espacios-tiempos mediáticos hojaldrados, móviles, en mosaico mediante una
mecánica metodológica que pueda surfear esa inmensidad oceánica. Lo entiendo,
también, après-coup,
en una de mis seguras rutinas de
natación no-oceánica, en aguas cerradas.
Lo mismo sucede con la posición crítica del autor en relación con el abusivo gusto actual por el prefijo “meta” -metamedio, metalenguaje, metadiscurso-, rescatando, al contrario -o en simultáneo, tal vez- la importancia de detenernos en las operaciones que suceden en el “nivel subdiscursivo” de las máquinas y los softwares, citando como muestra, a tal fin, el significativo texto de Gindin, Cingolani y Rodríguez-Amat de 2021, “Autoridades interpretativas: una perspectiva teórica sobre datificación y producción de sentido”. Esta formulación entra en sintonía con los comentarios que realiza el autor sobre la “deep mediatization” de Andreas Hepp. En nota XIII, postula, mediante una viñeta al respecto, que el desconocimiento de la gramática profunda de los sistemas de intercambio podría estar en el origen del fracaso de las hipótesis a lo Castells en Redes de indignación y esperanza (2012) sobre los nuevos escenarios políticos, como los de la Primavera Árabe, por ejemplo. Con esta deficiencia también enlaza una noción correctiva, la de “postbroadcasting”, que permite visualizar, de manera productiva, la operatoria de construcción de grandes estados y tendencias broadcast, y su confirmación en versiones plataformizadas (recomiendo, al respecto, detenerse en la nota XXI de página 74). Las unidades de análisis deben ser, entonces, los sistemas de intercambio.
En tal despliegue, resulta central la apuesta del autor por la necesidad de una mesa interdisciplinaria (p. 79) que pueda expandir, incluso, una performance multimétodo a partir de lo que ya está consolidado como abordajes sobre las diversas modulaciones de la materialidad del sentido: la ecología de los medios, el mcluhanismo, las teorías anglosajonas, los estudios culturales, las teorías nórdicas sobre la mediatización (Cfr. Nota XXIV, pp. 74-75). En el marco de este corpus, resulta importante detenerse en los tres recorridos que plantea el autor con respecto al enfoque de la media ecology y sus derivaciones, organizados a partir de tres marcas autorales de referencia en el campo: Robert Logan, Lev Manovich, Carlos Scolari.
Su propuesta de mesa interdisciplinaria avanza mediante ejemplos concretos, como el de las relaciones entre tecnologías, mediatizaciones y educación explorando el uso del smartphone en el aula (p. 81). De tal modo, la semiótica ‑como perspectiva específica para el estudio de los sistemas de intercambio discursivo‑ deberá encontrarse necesariamente ligada a la etnografía, a la ecología de los medios, al enfoque estilístico, al cuantitativismo y al análisis de datos, (p. 83).
Un lugar central es el de los desafíos planteados por las data sciences, con la entrada a la escena investigativa de ingenieros, programadores, diseñadores, etc. (p. 88), ofreciendo, al respecto, una oportuna reseña del espinoso campo semántico de los datos del clásico libro de Mayer, Schönberger y Cukier de 2013, Big data. La revolución de los datos masivos (p. 90). De tal modo, plantea que la mentalidad-big-data se encuentra en un trance productivo con las clásicas mentalidades de las ciencias sociales (pp. 91‑93). La cocina de la investigación con datos se despliega en todos sus detalles, desafíos e implicancias que nos coloca, en tanto investigadores, en una necesaria y permanente curaduría epistemológica de lo que Raimondo Anselmino, Rostagno y Cardoso (2018) proponen como semiodata en su aplicación de técnicas de clustering.
Para el grillado -con sus ecos artesanales- el texto adquiere fisonomía de manual. El tratamiento de los datos, su codificación, y su análisis (p. 131) nos posicionan en un sistema de relaciones que requiere la activación de la imaginación sociológica, en sintonía con el enfoque sociosemiótico (p. 136). El “sistema de intercambio discursivo mediático” postulado por el autor como unidad de análisis central, y su constitución triádica -dispositivos técnicos; géneros y estilos; usos y costumbres sociales- en el marco de varios ecosistemas -broadcasting; networking; postbroadcasting- despliega un sistema complejo de reenvíos y solapamientos de relaciones de reciprocidad, simetría, complementariedad, redundancia, presuposición, implicatura -entre otras- que definen, cada vez, y de manera singular, los fenómenos enunciativos (p. 139). Es, justamente, la articulación de la enunciación con la interacción lo que requiere de una comprensión necesariamente interdisciplinaria, en lo cual se incluye, de manera previa y exploratoria, lo que el autor nombra como lo “presemiótico”, es decir, en sus palabras: ese “saber mínimo, previo, y que tiene que ver con lo que debemos denominar la vida social de cada sistema de intercambio” (p. 140), que constituye una investigación en sí misma.
La máquina sociosemiótica ofrece la categoría de “operaciones” como interfaz metodológica Recuperando la noción de Verón a partir del análisis de Bitonte (2019), el autor distingue dos aplicaciones: operaciones de producción de sentido y operaciones de análisis (p. 149), ofreciendo un modelo metodológico en tres fases y cinco momentos (pp. 153/159). Desde un punto de vista analítico, postula la pertinencia del análisis discursivo sobre texturas, formatos, temas, y lo enunciativo/interaccional (pp. 163‑166). Cada uno de estos niveles es abordado de manera exhaustiva y genealógica, haciendo jugar, en su reconstrucción, la historia entera de la cultura y sus tradiciones, esto es, la historia de los verosímiles sociales y genéricos que conforman nuestros imaginarios, y los intersticios y rasgaduras a los que los somete la época (pp. 196 y 215).
Dado este panorama, se visualiza claramente la complejidad en relación con diversos temas, entre ellos los efectos de agenda de los textos mediáticos. La indicación del autor es que deben investigarse estas incidencias “incluyendo posibles y misteriosos efectos halo” que suelen circular de las audiencias a los discursos más que al revés (p. 231). También señala una situación fronteriza entre estilos discursivos y estilos de vida, que se torna evidente en las plataformas: lo clásico y lo barroco, lo organizado y lo desorganizado, lo mainstream y lo alternativo, lo culterano y lo populista, lo conflictivo y lo moderador (p. 239). ¿Será posible, por ejemplo, investigar el momento del despertar como gesto de encarar el día? Es ese tipo de escena la que el autor postula como ejemplo de una “mixtura de acciones de higiene, desayuno y mediatización” que puede revelar las peculiaridades de la interacción entre estilos de vida y estilos discursivos (p. 241).
¿Cómo cerrar, aunque más no sea de manera provisoria, una lectura que, además de un profundo aprendizaje, es un exhaustivo estado del arte polifónico en el cual se convocan, en asociación, las voces de una comunidad entera de colegas y otros autores provenientes de distintas geografías? El carácter monumental de este libro de José Luis Fernández convoca a la relectura, al subrayado, a la práctica escolar del estudio detenido; a una retoma incesante que, en cada caso, provoca nuevas conjeturas.
Referencias
Bitonte, M. (2019). Fragmentos de una
ponencia sobre operaciones semióticas. Sobreescrituras.
Revista digital del área de Crítica de Artes de la Universidad Nacional de las
Artes. Número
especial, “Umbrales del congreso” IASS-AIS, 6-12. https://sobreescrituras.com.ar/especiales-invierno-2019.html.
Castells, M. (2015). Redes de
indignación y esperanza. Alianza Editorial.
Gindin, I. L., Cingolani, G., &
Rodriguez-Amat, J. R. (2021). Autoridades interpretativas: una perspectiva
teórica sobre datificación y producción de sentido. Palabra Clave, 24
(3), e2436. https://doi.org/10.5294/pacla.2021.24.3.6.
Hepp,
Andreas (2020). Deep mediatization. London & New York: Routledge -
Taylor & Francis Group.
Mayer-Schönberger, Viktor &
Cukier, Kenet. (2013). Big
data. La revolución de los datos masivos. Traducción: Antonio J. Iriarte;
Madrid: Turner. 2da. Edición 2017.
Raimondo Anselmino, N.; Rostagno, J., Cardoso, A.
(2021) Aplicación de técnicas de clustering para el estudio sociosemiótico
sobre géneros periodísticos en fanpages de Clarín
y La Nación. Del prudente saber y el máximo posible de sabor. 77-103. https://doi.org/10.33255/26184141/1137.
Sandra Valdettaro
https://orcid.org/0000-0003-3639-9909
Universidad Nacional de Rosario, Rosario, Argentina
sandravaldettaro@gmail.com